Biografíabiografía

Preguntas y respuestas

A continuación, las respuestas a las preguntas "más preguntadas" por todos los chicos.

Cecilia Pisos ¿A qué edad empezaste a escribir?
A leer, empecé a los seis, en primer grado. Y a escribir, también. A escribir cuentos y poemas, entre los 8 y los 9, en tercer grado, porque leía muy rápido y en mi casa no podían conseguirme tantos libros nuevos; entonces, para no aburrirme, empecé a inventar mis propias historias. Mis primeros poemas fueron canciones de amor. Ah, también a los 8, cuando jugaba a la maestra con uno de mis hermanos, Dani, le enseñé a leer y él estaba en sala de 4. ¡Aprendió bien jovencito!

¿Cómo llegaste a ser escritora?
Desde los primeros años de la escuela, pasó el tiempo y seguí leyendo y escribiendo, fui a la universidad y estudié Letras, trabajé como profesora, como investigadora y editora, todos oficios relacionados con los libros. Hasta que un día, por fin, encontré lo que verdaderamente me gusta hacer: escribir libros para chicos.

¿Cuál fue tu primera publicación?
Mi primer libro publicado fue uno de poesía para mayores, que ganó un concurso de la Fundación Antorchas. Se llama “como palabras educadas”. Tenía 30 años. ¡Miren cuánto pasó desde los 8 en que empecé a escribir! Mi primer libro para chicos apareció algunos años  después, en 2001. Es Las hadas sueltas, también de poesía.


¿Cuál consideras que es tu libro más exitoso?
Todos los libros son exitosos para mí si se comportan como perfectos puentes, es decir, si me permiten cruzar y acercarme a otras personas, las que los leen.

¿Qué te gusta más escribir: poesías o cuentos?
Las dos cosas. Al principio, me resultaba más fácil y más natural, escribir poemas. Después, empecé con los cuentos y, en un tercer momento, me animé con las novelas. Los poemas salen de alguna frase o palabra que se aparece de repente y uno la escribe y le va agregando otras, como si estuviera jugando con bolitas de plastilina. Con los relatos, primero hay que conocer muy bien a los personajes, cómo hablan y qué cosas son capaces de hacer antes de echarlos a andar. Y aún así, una vez que cobran vida ¡pueden hacer cada desastres!

¿Qué premio de los que recibiste considerás más importante? Cuando lo ganaste, ¿qué sentiste?
Recibí algunos premios de poesía cuando era muy jovencita y recién comenzaba a estudiar en la Universidad. Luego, de grande, algunos de mis libros recibieron premios o recomendaciones pero el más valioso para mí fue el que gané en séptimo grado. El Hogar Obrero, una cooperativa, organizó un concurso de ensayo precisamente sobre el cooperativismo y yo lo gané. Publicaron mi texto en una revista, a mi escuela le tocaron libros para la biblioteca, y a mí me dieron una suma de dinero para gastar en cualquier sucursal de la cooperativa. Sin dudarlo, yo me compré mi primera máquina de escribir, una Remington amarilla (las compus no existían en esa época). Con eso, a todos en mi casa les quedó bien claro lo que yo quería ser.

Cecilia Pisos En los libros, ¿involucras tu vida personal?
Los escritores, dice el teórico y novelista David Lodge, "queman realidad" en sus textos, como se queman los leños para hacer el fuego. Siempre uno pone cosas que vivió o conoce o le contaron. A veces, tal cual son; a veces, modificadas (por ejemplo, exageradas). Una vez, a mí me pasó con una historia, a la que conté prácticamente como había llegado a mis oídos, que todos creyeron que la había inventado. Si uno tiene las orejas abiertas, se escuchan por ahí las cosas más asombrosas.

En los libros, ¿involucras tu vida personal?
Y sobre princesas y reyes y sapos y dragones y magos y sobre todos los personajes de los antiguos cuentos de hadas. No sé por qué, me encantan esos personajes, sobre todo, ponerlos en situaciones cómicas, descubrirlos en los lugares más comunes, volverlos monigotitos, quitarles sus aires de importancia.

Tus hijos, ¿qué opinan de tus libros?
Con mis hijos "pruebo" la mayoría de mis textos antes de que salgan en forma de libro; les encanta ser los "probadores" de historias y poemas. Y, como les pasa a todos, a veces les gustan más y, a veces, menos. Yo trato de prestar atención a las cosas que no les gustan o no les divierten y, muchas veces, logro mejorarlas.

Para los niños y jóvenes que se inician en la escritura, ¿qué consejo les darías?
Que escriban y escriban y escriban. Y que les lean a sus amigos y a sus familiares lo que escriben, que lo comuniquen. Y que sigan escribiendo hasta que sean grandes y entonces puedan decidir...¡si quieren seguir escribiendo! Publicar es una consecuencia que se da, salvo raras excepciones, muy alejada en el tiempo de su causa, la escritura. El de escribir es un oficio de paciencia y perseverancia.

Ya creaste las series de "Guadalupe Sinverruga" y "Juani y Superfido"... ¿Cómo construís estos personajes que se repiten en varios libros?
Al principio, no me sentía muy segura de encarar series, me daba la impresión de estar haciendo justamente eso, libros "en serie", lo cual es, en realidad una contradicción: desde mi punto de vista, la escritura de un libro es un proceso artesanal. Siempre busco que además de contar algo, la forma en que eso se cuenta, la manera de contarlo, sea significativa y diferente para el lector también. Pero me animé a probar y estoy muy contenta porque el trabajo con los personajes, de un libro a otro, es muy intenso: el personaje va adquiriendo espesor de persona, y tanto el que escribe como el lector, supongo, pueden anticipar con placer sus reacciones y su comportamiento en diferentes situaciones, como si fuera un amigo o un primo, por ejemplo. Entonces descubrí que, además del placer de la novedad, existe el placer de volver a lo ya conocido.

Cecilia Pisos ¿Te gustaba leer cuando eras chica?
¡¡¡Me encantaba!!! Me acuerdo de que cuando tenía ocho años, para Navidad, Papá Noel me trajo 14 libros de la colección Robin Hood. Al día siguiente, como era diciembre y hacía mucho calor en casa, todos dormían la siesta y yo apilé los libros en mi escritorio y me pasé un buen rato contemplando la pila, sin empezar a leer ninguno (porque era empezar y no terminar), para que no se me acabara ese montón de felicidad.

¿Cuál fue tu cuento preferido?
Cuando estaba en primer grado, vi por la tele una película sobre Don Quijote, me gustó y me dio mucha curiosidad por conocer el resto de las aventuras de este personaje. No paré hasta que mi tía Maruja me consiguió un Don Quijote de la Mancha para niños y me lo leí enterito, aunque tenía palabras que no comprendía muy bien. En ese momento, me gustó que el libro tuviera adentro muchas historias diferentes. Cuando lo leí de grande y lo tuve que enseñar en la facultad también era eso lo que más me gustaba: además de los líos en que se metía don Quijote, las historias que le contaban las personas que encontraba en su camino.

¿Cómo se te ocurren las historias?
Cualquier cosa, desde la más ridícula y chiquita me inspira... Algo gracioso que hacen o dicen mis hijos o sus compañeros, alguna frase que escucho, algo que veo en la calle. Sin ir más lejos, un compañero de mi hijo que iba a todos los cumpleaños de la salita con su traje de Superman me inspiró hace tiempo el cuento Juan Ignacio Superman.

¿Cómo hacés para escribir?
Trato de escribir todos los días, por las mañanas, que es cuando estoy más fresca. Pero también puedo escribir en cafés, o al borde de la pileta de natación, llena de gente. También depende de qué esté escribiendo. Si se trata de una novela, como primero desarrollé el plan hasta el final y sé bien hacia dónde voy, me propongo escribir cinco buenas páginas por día en la compu. Si es un cuento o un libro álbum, la idea la voy madurando durante varios días, tomando apuntes sí, pero sin escribir una sola oración del texto. Las mejores ideas se me ocurren mientras plancho, ¡es increíble! o bajo la ducha. Si escribo poesía, uso libreta y escribo a mano y tacho horrores y leo mucho en voz alta para corregir.

Larga y oficial

Cecilia Pisos Cecilia Pisos es Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA, Diploma de Honor). Ha sido docente en las cátedras de Retórica, Literatura Inglesa y Literatura Española II y auxiliar de investigación en el Departamento de Investigaciones Filológicas de la Academia Argentina de Letras. Realizó estudios sobre la lírica del Siglo de Oro (CONICET- Instituto de Filología Hispánica, UBA) y publicó artículos en revistas de la especialidad. Ha finalizado además, una Especialización en Gestión Cultural y Políticas Culturales (Universidad Autónoma Metropolitana-OEI- Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, Medalla al Mérito).

Desarrolló tareas de autoría, coordinación y edición para diversas publicaciones y editoriales, dedicándose especialmente a los libros escolares y a la literatura infantil y juvenil. Ha sido asimismo responsable por la Argentina ante la Coedición Latinoamericana de Libros para Niños y Jóvenes (CERLALC-UNESCO).

Dirigió el mini-site de literatura Zona de Letras, del portal del Ministerio de Educación, educ.ar .
Publicó las series Los Requetelibros 1, 2 y 3  y Panzarriba 1, 2  y 3 para primer ciclo de la educación primaria y es coautora de Proyectos con todos, que obtuvo Mención Libro de Educación de la 31ª. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en 2005.

Coordinó, junto con Istvansch el curso de Literatura Infantil y Juvenil Alas de ida y vuelta en la escuela de escritores Casa de Letras y actualmente dicta cursos de capacitación docente y talleres en la escuela virtual de escritura Entrepalabras. Es autore de más de 80 libros para niños y jóvenes. Su poesía se puede leer en Las hadas sueltas, Las brujas sueltas, El libro de los hechizos, Una pregunta por punta, El pájaro suerte, Soplacoplas, En la soguita de un verso. Entre sus cuentos y novelas para chicos, publicados en Argentina, Ecuador, México, España, Alemania  y Francia se encuentran: Maus y el ratón tigre, Un cuento por donde pasa el viento, El té de la princesa, No te acerques a este libro, Querida autora, La máquina de hacer los deberes, Primer susto, Rey de golosinas, ¡Invadido! y La memoria del vampiro..

Con ¿Te lo cuento otra vez? (publicado en Ecuador), en el que relata de treinta maneras diferentes una misma historia, resultó finalista del Concurso Internacional de Literatura Infantil “Julio C. Coba”. Como si no hubiera que cruzar el mar fue preseleccionado por el jurado del Certamen de Narrativa Infantil y Juvenil en los Premios Literarios Jaén 2003 (España), El té de la princesa fue finalista del concurso Barco de Vapor- Argentina en 2004 y Esto no es una caja, en el mismo concurso en 2011;  Un cuento por donde pasa el viento integró la lista de seleccionados de Alija 2005 y San Valentín de los dientes fue título recomendado en 2010 por la sección mexicana del IBBY. Con Cartón y papeles ganó el Premio de Cuento de “Los Niños del Mercosur” en 2011. El libro de los hechizos y Como si no hubiera que cruzar el mar integran la lista 300 libros iberoamericanos para niños y jóvenes recomendados por el Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de Argentina. Mar cruzado, publicada como libro en 2013, fue la primera experiencia de novela en formato blog para jóvenes, realizada con editorial Alfaguara (Santillana). Una taza de duendes y Tablet integran la lista de libros publicados en Iberoamérica y Estados Unidos, recomendados por la Fundación Cuatrogatos (2016-2017)y con el poemario Esto que brilla en el aire se hizo acreedora al Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños (2016).

En inglés

Cecilia PisosCecilia Pisos was born in 1965 in Buenos Aires, Argentina. She studied at the Universidad de Buenos Aires (UBA) and in 1989 obtained two degrees, Bachelor of Arts (Literature) and Literature professor. She taught Rhetoric, English Literature and Spanish Literature of the Golden Age at the same university. She was a researcher at the Philological Department of the Academia Argentina de Letras (the Argentinean branch of the Real Academia Española) and she won a bourse for a doctoral scholarship by the National Council of Science and Technology (CONICET) to study several aspects of the Spanish Golden Age lyrical genre at the Hispanic Philology Institute (Universidad de Buenos Aires).

She has lately completed a postgraduate diploma on Cultural Policies and Cultural Management (2005) at the Universidad Autónoma Metropolitana (in partnership with the Interamerican States Organization and the National Council for the Culture and Arts) in México.

From 1993 to 2000 she worked as an editor specialized in books for school and children and young adults literature. She also was the chief editor of Revista Educable, an educational magazine aimed to elementary and high school teachers.

During that time, she was the Argentinean editor in charge of the project of the Latin American Coedition of Books for Children and Young Adults, program lead by the Regional Center for Book Development in Latin America and the Caribbean (CERLALC-UNESCO).

She developed and coordinated several literary workshops both for adults and children in different educational centers. In 1995 she published her first poetry book, Como palabras educadas, with the aid of a grant from the Antorchas Foundation.

In 2000 she was appointed as general coordinator of the literature section Zona de Letras within the Argentinean Ministry of Education website.
From 2001 onwards she has entirely devoted her time writing for children, visiting schools and teaching poetry to teachers.

Books
As an author, she has published two series of language text books, Los Requetelibros y Panzarriba, for the first cycle of the elementary school, as well as the teacher's manual Projects for everybody, based on project work at the homeroom class (which received an award from the Buenos Aires Book Fair Prize for Educational Books in 2004).
She has published more than 70 books for children and young adults in Argentina, México, Spain, Ecuador, Germany and other countries.
Among her poetry books are: Las hadas sueltas, Las brujas sueltas, Un rey con 99, Dragones o pajaritos , El libro de los hechizos; El pájaro suerte, Una pregunta por punta, En la soguita de un verso, Nube de corazón, Soplacoplas.
Among her short story books and novels are: Maus y el ratón tigre, Un cuento por donde pasa el viento, Como si no hubiera que cruzar el mar, Rompecabezas, El té de la princesa, No te acerques a este libro, Salsa de cuentos, Juan Ignacio Superman, Dominó, Una escoba para cada cosa, Las cajas mágicas, Mientras dura el hechizo, Basta para mí, basta para todos, y Las termitas invasoras; San Valentín de los dientes, Mar cruzado, Querida autora, La máquina de hacer los deberes, Yo, mi perro, Primer susto, Esto no es una caja.

Recognitions/Prizes

  • ¿Te lo cuento otra vez? (published in Ecuador), where she retells the same story in 30 different ways, received a special recognition at the International Prize of Children’s Literature "Julio C. Coba", 2003.
  • The novel Como si no hubiera que cruzar el mar (published both in Argentina, Bolivia and México) won an award at the Jaén Literary Prize for Young Adult Fiction, 2003 (Spain).
  • El té de la princesa was shortlisted in the SM-Barco de Vapor Prize, 2004 (Argentina).
  • Un cuento por donde pasa el viento was selected by ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina, Argentinean chapter of the IBBY) as one of the best books published in Argentina in 2004 (short story category).
  • San Valentin de los dientes was selected in 2010 as one of the best books of 2009 by the Mexican IBBY chapter.
  • Como si no hubiera que cruzar el mar y El libro de los hechizos were two of the 300 books in the 300 lberoamerican Books list for children and young adults selected by the Argentinean Ministry of Education in 2011.
  • Esto no es una caja was shortlisted in the SM-Barco de Vapor Prize, 2011 (Argentina).

Con varita

sapo

Nací un poquito antes de la primavera cerca de un parque inmenso. En ese parque había un ombú de raíces gordas, que yo trepaba e imaginaba como un elefante para viajes lejanos. Cada vez que tenía que volver a casa, me llevaba la magia del parque en una rama, mi varita. Ahora sigo esa magia con un lápiz del que salen parques, elefantes y varitas cada vez que me siento a escribir.

Para cuaderno de clase

sapo

Cecilia Pisos nació en 1965 en Buenos Aires, Argentina. Es Licenciada y Profesora en Letras y autora y editora de libros escolares y de literatura infantil y juvenil.
Entre sus libros se destacan: *
*Copiá los tres títulos que más te gusten y con eso va a estar bien para tu seño.

Entrevistas

Entrevista realizada durante las II Jornadas Metropolitanas Virtuales de Bibliotecarias y Bibliotecarios, organizadas por la Supervisiones de Bibliotecas Escolares de Escuelas Primarias de gestión estatal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 3 y 4/11/21

Entrevista realizada por María Celeste Nicolao para su programa Cada cual con su librito, en su emisión del 9/10/21

Entrevista de Nancy Montemurro, en el marco de la Semana del Libro y la Lectura , organizada por los bibliotecarios y bibliotecarias de las Bibliotecas Escolares de los Distritos 7 y 8 de CABA (10-14/5/21)

Entrevista radial realizada por María Julia Druille (de la Academia Argentina de Literatura Infantil y Juvenil) , para el programa "Por los caminos de la cultura.
Los que encienden las estrellas" el 23/10/2020, emitido por radio La desterrada (octubre 2020)

Entrevista realizada por los jóvenes periodistas del programa El Lecturón - La cultura en movimientos por el Día del Libro (mayo 2020)

Entrevista realizada por Andrea Viveca Sanz para ContArte Cultura (21/02/2020)

Cecilia Pisos: "Hay cosas que suceden en la vida real que uno siente necesidad de escribir para que se conozcan" En el borde de cada palabra se esconde una historia. Sus letras son chispas capaces de encender las llamas de la imaginación que alimentan el fuego creativo. Es allí donde habitan las voces que esperan, es allí donde lo invisible toma cuerpo y trasciende las palabras.

Cecilia Pisos está atenta, observa los detalles, se detiene en los márgenes de las cosas, las recorre, las atrapa con sus ojos, escucha los sonidos que se pierden en el aire, va tras ellos impulsada por el viento y en ese palpitar de la vida misma encuentra las voces que desatan sus historias.

En diálogo con ContArte Cultura la autora cuenta sus vivencias en el camino de la escritura.


entrevista

—Vamos a comenzar esta entrevista con un juego: Imaginemos un gran fogón donde te invitamos a arrojar cinco palabras, como si fueran los leños que van a dar comienzo a las llamas de una historia, ¿cuáles serían las palabras que elegirías lanzar y cómo comenzaría esa historia?

—Noche, niño, madre, cueva, canto/cuento. La historia es vieja como el mundo, y ya que ustedes pusieron los leños y tenemos el calor del fuego (y el fuego como elemento cultural, que da calor y también cuece la comida), solucionado el abrigo con la cueva, y el alimento, llega la hora del primer cuento del mundo que una madre (también podría ser un padre) le cuenta a su hijo (que también podría ser su hija). Cuento nocturno para alejar la tiniebla o, quizás, hasta para convocarla por un momento, de palabra, e inmediatamente, disiparla y sentir la seguridad de tenerla a raya. Y canto, por fin, para llegar, acunado por el vaivén de las palabras, a las bellas regiones del sueño.

entrevista —¿En qué momento de tu vida descubriste el fuego que habita dentro de las palabras?

—Muy temprano, a los ocho años. A esa edad, en que uno se hace ya autónomo para leer, la lectura y la escritura, correlativas y complementarias, se me presentaron como dos actividades, más bien, dos estados que me daba mucho placer habitar y explorar. Lo mismo sucede ahora, después de tantos años: son las dos cosas que más me gusta hacer. Ese golpe y porrazo de intuición lo tuve un día cualquiera de segundo grado, cuando mi señorita Olga nos hizo copiar el poema El milagro, de Juana de Ibarbourou. Recuerdo que el impacto fue instantáneo. En el poema, a la, digamos, "protagonista" le brotan rosas en los extremos de los dedos y, colmo de los colmos, se ocupa de avisarnos, para que no nos engañemos, de que no se trata para nada de una manera de decir, de un artificio literario, aunque quizás sí, de una locura. En ese momento, recuerdo, tuve primero la sensación de la maravilla de esas manos florecidas, su imagen muy vívida y al mismo tiempo susurrada en la repetición intensiva –hoy pasadita de moda- de la palabra rosas: "¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen./Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen". Y luego, el descubrimiento de que esa creación se debía a las palabras, a haberlas combinado de modo tal que dieran origen a un objeto nuevo, no existente en el mundo real. Sin poder expresarlo todavía sino hasta mucho después, no me habían maravillado unas simples florecitas de palabras sino la "capacidad de crear mundo" que es el gran poder que la poesía y la literatura detentan y otorgan. Inmediatamente supe que debía mantenerme todo lo posible cerca de eso.

entrevista

—¿Dónde puede despertar una idea, el germen de una ficción?

—Cualquier cosa que uno observa en su vida de todos los días, o alguna noticia que lee, o una anécdota que alguien cuenta, puede disparar una historia. También, a veces, hay cosas que suceden en la vida real, historias de vida que uno siente necesidad de escribir para que se conozcan. Y finalmente están aquellas situaciones que surgen de dar vuelta las cosas, de pensarlas patas arriba o de un modo diferente a como se dan en la realidad, los "¿Qué pasaría si…?". Los lectores tenemos tanto recuerdos reales como recuerdos de lectura, y ambos se mezclan también y están presentes cuando escribimos.

entrevista —¿Cuáles son los detalles invisibles capaces de dar nacimiento a un poema?

—Los que nadie se detiene a mirar. El brillo del rocío sobre una hoja bien verde; el apretón que une las manos de dos hermanitos; un yuyo que se empecinó en salir en medio del asfalto. El ojo de la poesía es ese, el del detalle precisamente; el ojo que hace foco cercano, el ojo miope, que aísla lo que mira para observarlo mejor, el que humaniza los objetos. Por eso la mirada del niño pequeño, que mira todo por primera vez, coincide con la mirada del poeta que "hace como que" mira por primera vez y trata de reinventar el mundo.

—¿Cómo se gesta un personaje capaz de protagonizar una de tus historias?

—La creación de un personaje es siempre progresiva. Uno comienza con una idea que puede estar basada en una o varias personas reales o en algunos aspectos de personalidad de personas reales, pero ésta se va modificando, cambia y crece a medida que uno avanza en la escritura. Cuando se trata del personaje de un cuento o una ficción corta, basta con algunos rasgos fundamentales, porque no habrá espacio para tanto desarrollo y la trama o el argumento "se comen", en general, el texto. En el caso de una novela, hay suficiente tiempo para la exploración y para empatizar con el personaje (es raro que uno escriba solo sobre personajes parecidos a uno mismo). Creo que este trabajo debe ser parecido al que hace un actor cuando tiene que encarnar un personaje en una obra o una película.

—¿De qué manera llevás adelante el proceso creativo de tus novelas?

—Las novelas me exigen una planificación y una disciplina de escritura muy severas. Como dije antes, durante la escritura ocurren todo el tiempo cambios, pero para empezar una novela, como para dar el primer paso de un viaje, tengo que tener primero el itinerario, una suerte de grilla o esqueleto de capítulos y una especie de proto-argumento que, por lo menos, me guíe en el primer tramo de la escritura, en el que también sucede el acomodamiento, la entonación de la voz narrativa. En cuanto a la disciplina, procuro dejarme dos o tres meses más o menos libres, con un horario pautado, generalmente por las mañanas muy temprano, para poder escribir de corrido y no perder el hilo de la historia. Con la escritura de una novela pasa lo mismo que con la lectura, si uno la abandona por un tiempo, tiene que volver al principio.

entrevista

—¿Cómo lográs percibir que una historia trasciende los límites de un libro para expandirse en otros y conformar una serie?

—Hasta ahora, con respecto a las series, se me han dado dos tipos de situación de escritura. Por un lado, una vez escrito un libro, por alguna razón se produce una conexión extraordinaria con los lectores y comienza a haber una demanda de más aventuras o historias de ese personaje. Los pequeños lectores quieren que su vida se prolongue, saber qué es, qué fue, de ese personaje luego del punto final del libro que leyeron. Y como se ha producido una empatía especial, las editoriales escuchan a los lectores y me piden nuevos libros con el mismo protagonista. Y así se va formando, espontáneamente, la serie. Por otro lado, hay ocasiones en que las editoriales se plantean de entrada, como proyecto, la publicación de una serie y me piden la creación de un universo narrativo lo suficientemente rico, interesante, como para que no se agote en un solo libro.

—¿Cuáles son las vivencias que se desprenden de las lecturas de tus libros en las escuelas?

—Estar en contacto frecuente con mis lectores, semana a semana, durante el ciclo lectivo, en mis visitas a las escuelas, me permite recibir en tiempo real sus sentimientos y opiniones. Que los lectores se identifiquen con sucesos y personajes de mis ficciones, que repitan, reciten, susurren versos que escribí, que sientan curiosidad, que se conmuevan, que algo en los textos los ponga a pensar en su realidad, en sus vidas, a partir de lo que leyeron, que exista una comunicación entre ellos y yo, a partir del libro, es mi idea de la literatura. Cuando esas cosas suceden, se perciben en un encuentro y nos producen alegría, felicidad, tanto a lectores como a escritores.

entrevista

—Contanos en qué proyectos estás trabajando en este momento.

—¡En varios, como siempre! En mi mesita de luz se apilan varios libros que estoy leyendo en simultáneo; en mi escritorio, varias carpetas con proyectos de escritura. Igual, no se superponen, porque algunos son solo unas ideas anotadas en una página, mientras que otros son la última versión que manda la editorial para revisar antes de que se vaya a imprenta. No cuento mucho sobre los libros en proceso porque muchas veces son cosas sujetas a cambios, pero sin dar mucho detalle podría decir que estoy trabajando en una novela de base histórica, en un cuento interactivo, en un volumen de historietas y en uno, especialísimo, de poesía.

—¿Cuál sería la forma y el color de tu próximo sueño literario?

—Mi sueño es sencillo y a la vez difícil: tener más tiempo para leer y escribir; sobre todo para leer. Una vez, cuando vivía en Canadá, vi a una viejita en la biblioteca de mi barrio que tenía puesta una remera que adelante decía: "¡Hay tantos libros!". Cuando se dio vuelta para irse, leí la segunda parte: "¡Y tan poco tiempo!".

Entrevista realizada por Claudia Roldós para el diario La Capital de Mar del Plata (14/10/2019)

Cecilia Pisos: "El ojo atento es vital, tanto para la narrativa como para la poesía" La autora de literatura infantil y juvenil habla de su saga "La Torre Menguante", del oficio de escribir, de los metatextos, las curiosidades, su tratamiento de los personajes fantásticos y la aventura de "generar experiencias" a través de la lectura. "Considero el libro como uno de los artefactos de realidad virtual más antiguos" definió.

entrevista

https://www.lacapitalmdp.com/cecilia-pisos-el-ojo-atento-es-vital-tanto-para-la-narrativa-como-para-la-poesia/?fbclid=IwAR2HaZCmVkakdFu5X3lBT0U3--NrZSYgK0q04zQ9LFAUKjqCcSjF-5860AA

Una torre de edificios, enorme, misteriosa ¿abandonada? es la generadora de las aventuras de Teo Pippin en “La Torre Menguante, el cumpleaños sin fin”, de la escritora Cecilia Pisos. Se trata de la primera entrega de una saga fantástica publicada por V&R y que tendrá su continuación el año que viene.

La autora, que cuenta con una vasta trayectoria, tanto en poesía como en narrativa para el público infantil y juvenil, habló con LA CAPITAL sobre esta serie que recién comienza, del libro como “uno de los artefactos de realidad virtual más antiguos” y del oficio de escribir: “el ojo atento es vital” dijo.

Además compartió su visión sobre el uso de los metatextos, las estrategias para “llamar la atención sobre distintos y sorprendentes aspectos de la realidad”, el desafío de generar “experiencias” a través de la lectura y las posibilidades que brindan los personajes fantásticos. Por lo demás “nada de teatro ni de modulaciones, ni de afectaciones del tono en función del destinatario: trato de que lo que escribo sea auténtico para todas las edades” apuntó.

– Si bien con lo primero con que se te asocia como autora, es la poesía, en esta ocasión encaraste una serie narrativa con “La Torre Menguante”. ¿Cómo surgió este proyecto?

– Es cierto que comencé escribiendo versos y tengo más de veinte libros de poesía. ¡Todos los que me han dejado publicar! Siempre es difícil el camino de la poesía… Pero dentro del resto de mi obra, en la que hay narrativa de largo y corto aliento, ya había trabajado en proyectos de series (las aventuras de Juani y Super Fido, las de la brujita Guadalupe Sinverruga, los libros de Ufa Genial, los de la princesa Sofi, la trilogía Querida autora). Algunos de estos conjuntos de libros fueron planeados como serie; otros se fueron formando como tales, a pedido de los lectores. Considero las series como una interesante forma de narrativa que trasciende el límite de un libro. En estas historias, los personajes generan en los lectores una relación entrañable, casi tienden un puente entre la ficción y la realidad. Los editores de V&R me convocaron precisamente porque ya tenía experiencia en este tipo de formato, y me pidieron que dejara libre mi imaginación para crear un nuevo universo narrativo.

Entonces, en lo primero que pensé fue en La Torre, como mecanismo de generación de aventuras: cada vez que se abre la puerta de un departamento del edificio, se entra a una nueva historia. En este diseño (que responde un poco a la frase “Cada casa es un mundo”), pesó mucho mi lectura de los escritores franceses del grupo Oulipo, en especial de Georges Perec, que se dedicó, en uno de sus libros, a inventar la vida de cada uno de los inquilinos de un edificio que imaginó y ubicó en París.

– ¿En qué te inspiraste para la creación de los personajes de Teodoro Pippin, su papá inventor y su mamá tan lectora? ¿Tiene algo de Cecilia Pisos la mamá de Teo, con su amor por los libros?

– Cuando un escritor inventa un personaje y también todo lo que tiene que ver con él, su casa, sus padres, sus compañeros y amigos y por qué no, sus bullies, su mascota, su forma de ser y hasta su pelo, a medida que lo va escribiendo, y metiendo en problemas, le toma cariño, llega a conocerlo como si fuera una persona de verdad. En el fondo de cada personaje hay siempre características de una persona real que el autor conoce, ¡o de varias, mezcladas! Este es el caso. Teo tiene sentido del humor y, a la vez, es muy tímido. Es un chico como todos, pero que tiene algunas cosas bien singulares, como un grillo de la suerte que lo ayuda, un dormitorio plegable, una amiga fantasma…

El papá de Teo tiene que ver con mi gusto por las máquinas e inventos, por las soluciones ingeniosas a los problemas cotidianos. Y responde un poco al tipo del inventor estrafalario, que además genera en las historias, situaciones ridículas y divertidas. Y sí, Julia Pippin tiene mucho de mí: en casa, los libros nos salen por las orejas (creo que solamente en el baño no hay).Cuando mis hijos eran chicos, no jugaban “a la casita”; jugaban “a la biblioteca”: fichaban los libros, hacían carnets, se leían entre ellos, se recomendaban. ¡También me encantaría tener la máquina de leer (la rueda de los libros) que tiene la mamá de Teo y que es un invento de Agostino Ramelli, coetáneo de Leonardo da Vinci!

– ¿Cómo continúa la aventura en el segundo libro de la Torre Menguante?

– La Torre Menguante es un edificio lleno de sorpresas por su ambiente siempre cambiante. Los mundos que cada uno de sus departamentos esconde, abren sorpresas por igual a los protagonistas y a los lectores. Esta primera aventura sucede durante una fiesta de cumpleaños; las historias que siguen podrán tener lugar en una selva, en una extraña fábrica de paraguas, en un día en que todo aparece teñido de azul… Todo puede suceder.
El próximo libro ya está en marcha; aparecerá a principios de 2020. Y lo único que puedo adelantar es que algo extraño va a suceder con el espacio: los lectores van a tener que seguir a los personajes bien “agachaditos”. ¡Ah!, y que habrá trenes… fantasma. Las aventuras de Teo seguirán mientras haya departamentos que abrir en la Torre Menguante…y mientras haya lectores que quieran acompañarlo.
“Sorprendentes aspectos de la realidad”

– En “El cumpleaños sin fin” hay una historia de aventura y, paralelamente, hay enseñanzas. ¿Es un recurso de ofrecer aprendizajes, datos, curiosidades complementarias a la experiencia de la lectura, sin darnos cuenta?

– En los capítulos de la novela intercalé recuadros de curiosidades. No responden a ninguna otra intención que la de “abrir la cabeza” de los lectores, llamarles la atención sobre distintos y sorprendentes aspectos de la realidad, mostrarles otros libros, inventos, curiosidades, historias de la mitología. Como si formaran una especie de hipertexto enciclopédico, aparecen, por ejemplo, una fórmula para calcular la temperatura según la cantidad de cricrís que emiten los grillos por minuto, la historia de Teseo y Ariadna, el origen de las gárgolas, y las cornucopias, quién, dónde y cuándo inventó la canción “Feliz cumpleaños”, cuál es la piñata más grande fabricada en el mundo, etc. Este interés me viene a mí desde chica, de cuando mi abuelo Ramón me guardaba del diario las “Curiosidades de Ripley” (todavía tengo conmigo la pila, ya un poco amarillenta, de recortes de periódico).

– ¿Qué desafíos te plantea la creación de tramas mágicas, la incorporación de hadas, seres imaginarios o los fantasmas? ¿Cuál es la importancia en tus historias, de mundos y criaturas fantásticas? ¿Qué rol cumplen este tipo de personajes en la literatura infantil actual?

– Las hadas, brujas, duendes, entre otros, que aparecen en muchos de mis libros para los más chicos, pertenecen al elenco de los cuentos maravillosos, y de las tradiciones folclóricas de muchos países. Estos protagonistas inmortales, prácticamente “inoxidables” se reciclan, reformulan, resignifican todo el tiempo: ¡a los chicos (y muchos grandes) de todas las generaciones los fascinan! Tienen un comportamiento prefijado por el género, que a mí me encanta subvertir: hadas maliciosas, brujas juguetonas, príncipes torpes y princesas desprolijas son parte de mi repertorio y de mi lucha contra el estereotipo.

El caso de los fantasmas de la Torre Menguante pasa más por el lado de lo cinematográfico, e implica en esta serie, contar con la posibilidad de personajes mixtos: los fantasmas han sido humanos y se comportan como ellos, y además pueden hacer y/o resolver determinadas situaciones de otra manera. Como Luna Menguante, que ayuda a Teo a entrar en los departamentos deslizándose debajo de las puertas. Esto me da ciertas libertades narrativas (también ciertas restricciones o reglas, como en los juegos) que en otro tipo de novelas más “realistas” no tengo.

– En alguna entrevista dijiste que las niñas y niños buscan “experiencias” con la lectura, sin importar el género… ¿Hay allí un terreno fértil para cultivar sin divisiones, ni corsés?

– La lectura nos da experiencias, al igual que la vida. Las de la vida son propias; las de la lectura son vicarias, como “de prestado”. Ambas configuran nuestra “enciclopedia mental de experiencias” por igual. No podemos tener distintas vidas, pero sí, de algún modo virtual, experimentarlas. Considero el libro como uno de los artefactos de realidad virtual más antiguos. Es interesante, como autor, salirse de uno mismo, investigar, conocer y reconstruir en la escritura la experiencia de alguien completamente diferente de uno. Ponerse en su lugar. Lo mismo le ocurre al lector. Puede empatizar y comprender el mundo de personaje de diferentes géneros, lugares, edades… “Meterse” en su cabeza, conocer sus motivaciones, pensamientos, emociones. Y, como en el fondo de los personajes siempre hay algo de las personas, creo que eso contribuye a nuestra formación como seres humanos, capaces de considerar a los otros “sin divisiones, sin corsés”.

– Al enfocarse la literatura en el público infantil, ¿Tiene componente teatral?
– La verdad es que no encuentro diferencias entre escribir para grandes y escribir para chicos, con la excepción del cuidado de que en estos textos no se dificulte la comprensión lectora de personas con menos experiencia de lectura, esos son los niños. Y con el cuidado en el tratamiento de ciertos temas, como la muerte y el sexo, por ejemplo, considerando la experiencia de vida relativa de los chicos. Por lo demás, nada de teatro ni de modulaciones, ni de afectaciones del tono en función del destinatario: trato de que lo que escribo sea auténtico para todas las edades. Los niños y los jóvenes conservan todavía la autenticidad que nos hacen perder a los grandes, los años y las decepciones. Y, a partir de esa autenticidad, juzgan lo que leen.

– Hay en tu escritura fuertes marcas que tienen que ver con una transmisión muy visual y una musicalidad que remiten a la oralidad, a la costumbre de contar historias ¿Cómo es la “cocina” de tu literatura?

– No hay cocina: es algo más bien natural, en mi caso, que trato de potenciar mediante ciertos recursos narrativos. Creo que me viene de las historias que me contaba mi tía abuela Lola, muchas de ellas de Las mil y una noches, que su mamá (mi bisabuela) les leía ¡a sus 9 hijos! todas las noches al calor del brasero. Lola también nos inventaba historias a los cinco primos que nos quedábamos a dormir en su casa. Cuando algo no nos gustaba, ella lo cambiaba y ese “contar colectivo” conseguía llevar la historia a lugares insospechados. En esas rondas de historias éramos a la vez, oyentes y protagonistas; al despertarnos, las recordábamos y las actuábamos, jugando. Y, a su vez, esos juegos de rol, los que comienzan con “Dale que yo era… y vos eras… y que…”, que muchos chicos ya no juegan, fueron una preparación ideal para la lectura y escritura de historias.

La palabra y lo visual.

– ¿Cómo encarás el trabajo con quienes ilustrarán tus obras? ¿Cómo es el proceso para lograr el equilibrio y que las ilustraciones se complementen con la historia? ¿Cuál es tu visión del rol de las ilustraciones en los libros?

– El trabajo es diferente en cada caso, según el tipo de libro, el género, y el ilustrador y editor con los que me toque pensarlo. En general, las ilustraciones, que son una primera lectura visual de una historia, permiten imaginarnos más cosas, descubrir otros aspectos, más allá de lo expresado a través del texto. En el caso de La Torre Menguante, Soledad Alliaud, la editora, diseñó la maqueta, editó los textos de las aventuras y orientó el trabajo de Rodrigo Tabárez, el ilustrador. Antes de empezar a trabajar, le pasé a Gogui los perfiles de los principales personajes y él fue haciendo sucesivos bocetos, hasta lograr la imagen de cada uno. ¡Y la verdad es que no corrigió ni ajustó demasiado! De entrada, logró lo que me imaginaba, y con más detalles geniales.

Para pensar los distintos lugares de la Torre, que es en esta serie un escenario muy protagónico, les mandé a Sole y a Gogui algunas imágenes del grabador italiano Piranesi para el sótano, algunas de las ilustraciones imposibles de Escher para la cúpula, que tiene un mirador, un poco aleph, desde el que se ve absolutamente todo el mundo, fotos de rascacielos clásicos de Nueva York… Y el resto, lo no ilustrado, queda, por supuesto siempre a cargo de la
imaginación del lector.

– ¿Ha cambiado la forma de pensar, incorporar los estímulos anexos a la lectura -dibujos, metatextos, fondos, colores- para adaptarse/¿competir? en estos tiempos de sobre-estimulación y exceso de pantallas?

– La industria editorial ha ido cambiando sus formas de producción gráfica, adoptando muchas veces recursos de las narraciones visuales. Por ejemplo, los diferentes libros de una saga son como los capítulos de una serie, que configuran una meganarración de marco o fondo, que involucra a los personajes principales, sobre la que se van abriendo, en cada libro otras, más breves, episódicas. Esto está perfectamente señalizado desde la ilustración y el diseño editorial. Hay también un tratamiento más ajustado y refinado de la imagen, y mayor cantidad de páginas ilustradas y/o de ilustración color, cuando es factible, en los libros para jóvenes lectores, y un trabajo más minucioso y relacionado con el marketing, en la confección de las tapas como argumento de venta. Las que hoy vemos en las librerías nos atraen mucho estéticamente, y son, de por sí, una invitación al libro mucho más explícita que en otros tiempos. Esto tiene que ver con la necesidad de identificación de los títulos en un universo cada vez más poblado de libros, que compiten en atraer la mirada, también diferente de los nuevos lectores.

– ¿Qué rol, qué importancia tiene la observación, el ojo atento a lo cotidiano, a la hora de encontrar inspiración, enfoques, detalles a escribir? ¿Cambia ese sentido de percepción según busques crear una poesía, un cuento o una novela?

– Además de la mano que acompasa el fraseo de los textos, el ojo atento es vital, tanto para la narrativa como para la poesía. En la narrativa, la percepción de un detalle concreto sirve para anclar a un personaje a su historia, para que el lector afilie su entidad simbólica a algo conocido de su propia realidad y que con esa operación mental, se cumpla el efecto de verosimilitud, es decir, que la historia le sea creíble, posible, probablemente verdadera. En la poesía, el ojo atento sirve para captar esos momentos/escenas en que la poesía no se ha revestido de palabras todavía. Como, por ejemplo, cuando descubrimos un mundo en el brillo de una gota de rocío sobre una hoja. El ojo del poeta detecta estas escenas y llama la atención sobre ellas, invistiéndolas lingüísticamente, para producir en los demás esa experiencia inefable a través del artefacto textual del poema.

Entrevista realizada por Fabiana Margolis y Gloria Candioti para el programa radial La fábrica de cuentos el 2/8/2019, emitido por radio La desterrada

Entrevista realizada por Maridé Minor y Fabiana Margolis para el programa radial La fábrica de cuentos el 27/7/2018, emitido por radio La desterrada

Entrevista realizada por Laura Verdile para la revista digital La primera piedra (noviembre 2017)

Hay que reconciliarse con la poesía entrevista
https://www.laprimerapiedra.com.ar/2017/11/entrevista-a-cecilia-pisos-hay-que-reconciliarse-con-la-poesia/

"En la poesía cada palabra se asocia como quiere con las otras. Es ese espacio de no control lo que pone muy nerviosas a las personas, en términos de un sentido único, de no estar en posesión de cuál es la verdad del poema", señala Cecilia Pisos, ganadora del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2016. Además, respecto del lugar que el género tiene en las escuelas, afirma: "para crear el entorno de escritura hay que hacer un trabajo muy fino que no implica dar poesía porque lo dice en el manual". ¿Qué concepciones giran alrededor de los poemas para chicos? ¿Cuál es el espacio que tienen en el ámbito educativo? (Foto: Ignacio Repetto)*

LV: ¿Cuál fue tu primera aproximación a la literatura infantil?

CP: Se dio cuando trabajaba en Aique, como editora de productos especiales. En un momento dado, quisieron comenzar con una edición infantil que tuvo autores de lujo, como Laura Devetach y Esteban Valentino. Ahí fue cuando empecé a leer cosas que la facultad no enseñaba y fue también la época en la que tuve a mis hijos. En ese momento se produjo también un clic, porque empecé a ver con la mirada de los chicos, lo cual enriquece, lleva a otras lógicas y a otros modos de pensar. Cuando terminé mi trabajo en Aique, pasé al primer momento de Educar y, luego seguí trabajando como editora /freelance/. Entonces tuve más tiempo para escribir y así llegué a Canela, en Sudamericana. Ella publicó mi primer libro de poesía: Las hadas sueltas.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Gigliola Zecchin: "El arte deja una huella indeleble que el hombre imprime en cada etapa de la historia")

LV: Habiendo atravesado el trabajo editorial y al coordinar talleres de escrituras para distintas edades, ¿encontrás puntos de contacto entre la poesía infantil y la escrita para adultos?

CP: Todo lo que pasa en adultos, se replica en chicos: es literatura al fin, no creo que haya que poner adjetivos porque es el mismo fenómeno. Los temas y los recursos se repiten, aunque puedan variar en profundidad. Lo que sí creo es que hay dos puntos en los que la poesía infantil se distancia y tiene algunas peculiaridades: uno es el humor, que en los poetas para adultos casi no se encuentra. Si hay, tiende más a la ironía, pero no mueve a la risa, como el disparate y el nonsense. El otro son los resabios de la rima, que en la poesía de adultos casi no hay y, sin embargo, quedó como un vestigio arqueológico en la de chicos.

LV:Muchas veces, la rima y la poesía para chicos suelen considerarse inseparables.

CP: Sí, una de las vertientes de la poesía infantil es la que está más agarrada a lo que tiene que ver con lo tradicional, con el octosílabo, la copla, con los juegos. Es hasta más aceptada: muchos maestros asocian la poesía con la rima y desarticular eso cuesta mucho. Por suerte, se está produciendo mucho más de otra clase de poesía, más cercana a la que se escribe para adultos, y que trabaja con otras imágenes y otras sonoridades, como las onomatopeyas, los juegos de palabras, las aliteraciones. Una de las vertientes de la poesía infantil es la que está más agarrada a lo que tiene que ver con lo tradicional, con el octosílabo, la copla, con los juegos. Es hasta más aceptada: muchos maestros asocian la poesía con la rima y desarticular eso cuesta mucho.

"Una de las vertientes de la poesía infantil es la que está más agarrada a lo que tiene que ver con lo tradicional, con el octosílabo, la copla, con los juegos. Es hasta más aceptada: muchos maestros asocian la poesía con la rima y desarticular eso cuesta mucho."

LV: ¿Cómo observás el lugar de la poesía infantil en el mercado editorial?

CP: Si vas a la sección infantil de cualquier librería de cadena a las que accede el público en general, en vidriera se encuentran los libros que traen "el patito", el que viene de Barcelona, es decir los más caros. En las mesas de novedades, no se ve la de poesía para adultos y tampoco la de chicos. Estos últimos años estuvo teniendo un poco más de visibilidad, no por la poesía en sí, sino por la ilustración. Se están dando estos fenómenos de libros profusamente ilustrados con los que a veces no estoy muy de acuerdo, porque la poesía también necesita su espacio de silencio alrededor. Creo que también es una manera de visibilizar la poesía, es un tira y afloje.

LV: ¿Cuáles son, en tu opinión, las características que debe tener un libro-álbum?

CP: El libro-álbum implica un casamiento de varias artes: de la edición, la tipografia, el diseño, las ilustraciones, el texto. Todo tiene que estar a la altura y se nota enseguida cuando hay algo de esas cosas que no lo está. A mí, particularmente, no me gusta cuando el libro álbum deshilacha un poema y se termina convirtiendo en un libro de 24 páginas por ejemplo. Ahí me da la impresión de que la poesía queda medio despedazada. Estoy más de acuerdo con poemarios ilustrados. A veces, los ilustradores apelan a un solo aspecto del poema, se agarran de algún pequeño detalle y esto puede condicionar la lectura. Hay otros que, en cambio, le buscan la vuelta o producen juegos más conceptuales.

LV: ¿Cuál es entonces el lugar que creés que tiene el libro-álbum al interior del mercado?

CP:En los últimos años se ha desarrollado muchísimo, también a la par de capacitaciones que ilustradores locales han hecho en las escuelas, lo cual fue muy valioso. En este momento hay una saturación y una sobre publicación. Esto no lo digo yo, sino también Isvantch, que es uno de los grandes ilustradores que tenemos en el país y que expuso el tema en las últimas jornadas latinoamericanas de literatura infantil que se realizaron este año en la Feria del Libro. Una de las cosas de las que habló es la importancia de no publicar si no es necesario, porque eso lleva a que las cosas no sean de calidad.

entrevista
LV: Por muchos años la literatura para chicos llegó a ser considerada como la "hermana menor" de la literatura adulta. En ese sentido, ¿cómo pensás que es considerada actualmente la figura del escritor de infantil?

CP: Creo que hay un poco de ignorancia del mundo literario adulto con respecto al infantil. De pronto, los escritores para chicos nos sentimos como en un ghetto, porque nosotros sí conocemos a los autores de adultos y los leemos y no es algo que generalmente se dé en sentido contrario. Dentro del mercado editorial, cuando un autor de infantil intenta escribir algo para adultos tiene mucha resistencia a la hora de que les lean sus originales. Una pregunta que te hacen siempre es: ¿y cuándo vas a escribir para grandes? En ese sentido, si hay algo que tenemos de distinto es la circulación de los libros, poder charlar todas las semanas con los lectores, que es algo que quizás los de adultos no tienen, y eso es un pie a tierra muy grande para saber cómo seguir, para tomar el pulso del habla de los chicos.

LV: Antes mencionabas el trabajo de los maestros y su relación con la poesía. ¿Cuál es el espacio que la poesía infantil tiene en las escuelas?

CP: Estoy muy en contacto con las escuelas, visito alrededor de cincuenta por año, y lo que puedo ver es que los chicos no tienen ningún problema con la poesía, ni con ninguna otra cosa: ellos quieren experiencias. Pero, a veces, la poesía no llega porque no hay buenos mediadores y, en este sentido, hay docentes que no son lectores. A esto se suma también que las editoriales siempre están buscando acompañar lo que los docentes quieren, y así se forma una especie de círculo vicioso.
En la poesía cada palabra se asocia como quiere con las otras. Es ese espacio de no control lo que pone muy nerviosas a las personas, en términos de un sentido único, de no estar en posesión de cuál es la verdad del poema.

LV: ¿Dirías que tiene que ver con alguna clase de prejuicio respecto de la poesía y su contacto con los más chicos?

CP: Prejuicio no, temor. Creo que hay algo de miedo, porque el sentido en un poema no está fijado y entonces se pueden interpretar cosas distintas. Esa inestabilidad que otorga la múltiple interpretación de la poesía atenta de algún modo contra la palabra del maestro. ¿Cuál es la respuesta correcta? ¿Qué quiso decir el poeta con este verso? ¿Por qué no dar vuelta la pregunta? ¿Qué me está diciendo el verso a mí? Es mucho más sencillo, porque cada uno puede expresar lo que le convoca. Los maestros están muy cómodos en el narrativo y eso hace que en un poema a veces busquen una estructura que se extiende en el tiempo, semejante a la de la narrativa. Pero en la poesía cada palabra se asocia como quiere con las otras. Es ese espacio de no control lo que pone muy nerviosas a las personas, en términos de un sentido único, de no estar en posesión de cuál es la verdad del poema. Es un trabajo muy fino que hay que hacer: dar a leer a los que dan a leer, acompañar en la lectura a los que a su vez van a ser los mediadores con los chicos.

LV: ¿Creés que ese temor tiene que ver con la relación que persiste en algunos ámbitos entre la literatura infantil y lo didáctico o lo pedagógico?

CP: Por suerte, en los últimos tiempos, la escuela se fue despojando del didactismo. Ha sido todo un aprendizaje, eso de dejar de preguntar qué mensaje quiso dar el autor. Hay también muy buen trabajo de bibliotecarios especializados en infantiles, que antes no había. El panorama está más abierto. Alguien dijo una vez que, en Argentina, hay más poetas escritores que lectores, pero, por el lado de la escuela y de lo infantil, uno esperaría una recepción más amplia, sobre todo porque está relacionado con la literatura popular, que antes estaba a flor de piel en las casas. Todo lo que abarcaba canciones, rimas y juegos con el lenguaje, que fueron también los comienzos de la poesía y de la vida de los chicos. Eso, lamentablemente, ya no está presente de la misma forma que antes, y no colabora con que los chicos tengan la oreja abierta a los ritmos, por ejemplo. Pedro Cerrillo, un especialista en este tipo de literatura infantil oral, dice que, hace un tiempo, por lo menos un 50% de los chicos venía con esas cosas de la casa y ahora ya no, entonces hay que hacer más camino.

entrevista
LV: En otra entrevista, mencionás que el contacto con tus lectores es diferencial. ¿Cómo sería eso?

CP: En las visitas a las escuelas trabajo, sobre todo, la lectura lúdica: poner el cuerpo, hacer coros poéticos. Algo que representa una dificultad muy grande en la escuela es que todo el tiempo se tiene que dejar constancia de lo que los chicos hacen en los cuadernos. Así es como se los pone a escribir un poema en frío en lugar de pasarse días leyendo. Es preferible leer y pensar actividades relacionadas a la comunicación de la poesía, como es el caso de los susurradores. Para crear el entorno de escritura hay que hacer un trabajo muy fino que no implica dar poesía porque lo dice en el manual, y luego extraer de los poemas adjetivos, superlativos y comparaciones.

Creo que la poesía tiene que darse ese espacio de detenerse a mirar la gotita que brilla en la hoja, la hormiga que camina o ese señor que le da la mano a su esposa: los detalles que se nos pasan por alto y que dicen tantas cosas. Hay que trabajar en esa poesía del mirar, en vez de esforzarse en rimar, que es tan trabajoso y no conduce a nada.

LV: Durante muchos años trabajaste en el mercado editorial y en manuales para escuelas. En este sentido, ¿cuál es el lugar que se le da a la poesía dentro de los contenidos curriculares?

CP: Si se toma un manual de prácticas de lenguaje, se puede ver que, de los nueve capítulos para cada mes del ciclo lectivo, hay siete dedicados a narrativa y todas sus variedades y, con suerte, un capítulo para poesía, a veces compartido con teatro. Entonces siempre se llevan las de perder, no se puede mostrar una variedad amplia. Parecería que se tratase de "la" poesía, en bloque, y ese es otro mal entendido, porque se pudo haber tenido una mala experiencia con un poema en particular que puedo haber resultado incomprensible, y no por eso hay que invalidar a todo el resto.

LV: En tu poesía se observa una mirada particular sobre paisajes cotidianos. ¿Cómo trabajás eso?

CP: Ese es el ojo de la poesía, que está justamente en el detalle. Hay una frase de Foucault de/Las palabras y las cosas/ que me gusta mucho que dice que el poeta encuentra las afinidades escondidas entre las cosas con el ojo. Por eso, en las capacitaciones que doy, hago énfasis en salir con los chicos a mirar las cosas que nos rodean que, como beneficio adicional, los "desempantalla" un poco. Hacer salidas de campo para después escribir es también necesario: ¿cómo un chico va a ser sensible al canto de un pájaro si nadie se lo señala? Creo que la poesía tiene que darse ese espacio de detenerse a mirar la gotita que brilla en la hoja, la hormiga que camina o ese señor que le da la mano a su esposa: los detalles que se nos pasan por alto y que dicen tantas cosas. Hay que trabajar en esa poesía del mirar, en vez de esforzarse en rimar, que es tan trabajoso y no conduce a nada. Enseñarles a los chicos a leer en voz alta, ¿qué mejor, por ejemplo, que empezar el día con un poema? Es todo un trabajo que los mediadores tienen que hacer consigo mismos: hay que reconciliarse con la poesía y también conocerla.

Entrevista realizada por Agustina del Pino para el blog Leer en la escuela (septiembre 2017)

Viajar a través de la literatura con Cecilia Pisos entrevista
http://www.literaturaenlaescuela.com/viajar-a-traves-de-la-literatura-con-cecilia-pisos/

ADP:¿Por qué desde las neurociencias se revaloriza la lectura de Literatura?

CP: Es a través de la literatura que uno puede "meterse" en la cabeza de alguien. En un libro, la voz del narrador resuena todo el tiempo en la mente del lector, como si el autor pudiera instalarse en los pensamientos del que lee. Este ejercicio de "ponerse en la cabeza de" los personajes de un cuento, por ejemplo, después, los chicos lo hacen con las personas que tienen a su alrededor. Entonces, mediante esta transferencia, aprenden a conocer a las personas y a tener un cuidado especial en el trato con ellas. Aprenden a empatizar con los demás, a ponerse en su lugar y a comprenderlas mejor. Roald Dahl siempre decía que es más importante en la vida ser amable que ser inteligente. Y, esto es cierto porque uno vive con gente; entonces, podés ser un genio pero no te va a servir de nada si los demás te son ajenos, no te interesan, no los comprendés… La neurociencia es iluminadora en este campo, y lo que hace es validar muchas intuiciones, como la del poeta italiano Cesare Pavese, quien ya en la primera mitad del siglo XX decía que uno se conmueve ante ciertas realidades porque las vio antes en los libros. La neurociencia le está dando mucho valor a la lectura literaria como posibilidad de vivir experiencias que de otro modo, uno no podría conocer, es decir, la lectura nos lleva a participar de las experiencias de otros. Existen estudios en los que escanearon los cerebros de personas leyendo y vieron que no solo se activaban en ellos las áreas que tienen que ver con el lenguaje para entender lo que leían, sino también, las áreas que tienen que ver con los sistemas de navegación que nosotros usamos para desplazarnos de un lugar al otro, por ejemplo. Quiere decir que los lectores estaban simulando la acción del personaje. Entonces, se comprueba que la literatura es una gran simulación de experiencias, que no solo es importante para tener mejor vocabulario, expresarse mejor, no tener errores de ortografía, sino también para adquirir experiencias y empatizar mejor con los demás.
Conclusión: "¡Uno no puede vivir mil vidas pero sí puede leer mil libros! (Cecilia Pisos)".

ADP: CUALIDADES DE UN LIBRO INFANTIL PARA CONSIDERARLO VALIOSO

CP: Muchos escritores piensan que la literatura debe abrirles la cabeza a los chicos, en el sentido de llevarlos a una realidad que ellos no conocen. Esto está en algunos libros. Pero, hay otros, que los llevan a viajar hacia el interior de ellos mismos y los pueden ayudar a conocerse mejor, y, esto es lo que el chico está haciendo mientras crece, buscar quién es, identificarse o no con ciertas actitudes e incluso ver cómo puede resolver algún problema propio. Cuántas veces, de grande, uno se sintió identificado en un libro con algo que le pasaba a un personaje. Esto es porque la carne de los personajes es de personas; los autores trabajan sobre sentimientos y actitudes de personas que conocen, después las revisten de otras cosas pero básicamente, en el fondo, hay seres humanos. Por eso, logran llegar hasta los seres humanos. Cuando uno crea un personaje sobre la base de actitudes o sentimientos de personas reales, aunque las mezcle con ficción, seguro va a lograr un encuentro con sus lectores porque se van a encontrar, reconocer a ellos mismos en las historias que leen.
Entonces, se trata de dos viajes. El viaje hacia el exterior, que te motoriza a conocer otras realidades porque las viste en el libro, y el viaje hacia el interior de vos mismo que te ayuda a conocerte. Es bueno que haya libros con los que los chicos se reconozcan. A veces contar historias "del recreo" los puede llevar a procesar sus propios conflictos…
Conclusión: Hay libros que favorecen el viaje hacia el exterior (libros de aventuras o de mundos lejanos) y libros que favorecen el viaje hacia el interior de uno mismo, o sea hacia la introspección (libros de temas cercanos a uno mismo)

ADP: COMO EDITORA DE LIBROS DE TEXTO CECILIA DA SU PUNTO DE VISTA

CP: Durante años los libros de texto se fueron haciendo cada vez más gordos, muy abigarrados de imágenes. Y, a la vez, se complejizaron muchísimo al divino botón, porque no abren a la posibilidad de profundizar en los temas, más bien invitan a los chicos a hacer, desde la gráfica misma, zapping. En un momento dado, se pensó que el libro tenía que competir con la revista para chicos o con las pantallas, copiando el formato. Pero, por ahí, la cosa no va. El diferencial de un texto es la palabra. En la palabra, uno puede encontrar razonamiento y sentimiento. Cuando era editora solía abogar para que, además de poner noticias periodísticas relacionadas con los temas curriculares para mediatizar la información a los alumnos, pusiéramos, por ejemplo, un fragmento de Aristóteles mismo, dando lugar, de ese modo al quizá, único encuentro del chico con el filósofo griego. El periódico siempre está a la mano. Pongamos los textos de los filósofos, entonces, mediados, explicados, y quizá así, sirvan de inspiración a algún chico para tomar la determinación de ir a la biblioteca para ampliar. El libro tiene que seguir siendo distinto de cualquier portador, tiene que ser el lugar donde uno puede detenerse y no precipitarse ni dispersarse con ventanitas, el lugar donde hacer pie para pensar…
Personalmente, a la hora de evaluar una historia infantil privilegio que esté escrita pensando en el destinatario y que tenga un trabajo con el lenguaje. Esto es el estilo, digamos, lo que hace que un texto sea literario. La literatura, en general, y no solo la de los chicos, ha ido perdiendo en estilo para ganar en comprensión. Es decir, ha ido bajando los decibeles en cuanto a maneras de decir figuradas, se está volviendo cada vez más llana para no perder lectores. Pero el trabajo con la palabra es el diferencial de la literatura. Yo buscaría un libro, que además de decir cosas que puedan ser interesantes, despierten la imaginación, asombren por el uso de las palabras o nos toquen la sensibilidad desde un lugar diferente.
Conclusión: Busquemos libros que estén trabajados lingüísticamente y tengan estilo propio, para escuchar una voz nueva y ayudarnos a encontrar nuestra propia voz

ADP: LIBROS QUE A CECILIA LA INVITARON A VIAJAR EN SU INFANCIA

CP: En mis visitas a escuelas, les cuento a los chicos que cuando era chica tenía los clásicos de la colección Robin Hood que en la contratapa traían todos los libros de la colección. Entonces, cuando terminaba uno, miraba a ver qué otro título me llamaba. O, si un autor me había gustado, hacía el caminito del autor y leía todos sus libros. Mis favoritos eran Verne y Alcott. Con Julio Verne, me iba de aventuras y los de Louisa May Alcott me hacían el camino de la introspección porque había en ellos muchas situaciones y conflictos con los personajes. Estaba, por ejemplo, Jo, en Mujercitas, que quería ser escritora. Yo me identificaba absolutamente con ella. De hecho, en la historia, ella mandaba cuentos a los diarios de Boston porque su papá luchaba en la guerra de secesión y en su casa económicamente estaban mal y, tiempo después, me encontré yo misma mandando mis poemas a Clarín. Tuve mucha suerte porque me llamaron y me publicaron en la sección de cultura. Y, aquí mi favorita era María Elena Walsh: tenía todos sus libros, sus discos, la iba a ver al teatro… También leía a Elsa Bornemann y a Laura Devetach, de quien la maestra de tercero nos había dado un cuento maravilloso, "La Planta de Bartolo", a la que le crecían cuadernos. Recuerdo el asombro que me causó porque era realmente algo muy distinto de lo que estábamos acostumbrados a leer: ¿cómo que de una planta salían cuadernos para todos los chicos del pueblo? Quise leer el Quijote a los siete años y una tía me encontró una versión para niños que todavía guardo en mi biblioteca. Después terminé dando clases del Quijote cuando di Literatura Española en la Facultad… Pero, ¿cómo llegué al Quijote? Por la tele, porque había visto el capítulo de los molinos de viento recreado en un programa. Por eso, esa dicotomía entre la TV y los libros no tiene lugar. Uno nunca sabe cómo puede llegar un buen libro… Conclusión: promocionemos la lectura creando un ambiente con libros infantiles de calidad.

entrevista ADP: ¿ DÓNDE ENCUENTRA CECILIA LA INSPIRACIÓN PARA TANTAS HISTORIAS QUERIDAS POR SUS LECTORES?

CP:Regalo de sus pequeños lectores Me gusta tener una conexión grande con mis lectores. Por ejemplo, mi novela "Querida Autora", cuenta el intercambio de emails entre una escritora, Felicia Lupi y su lectora favorita, Luci. Y esta correspondencia lleva, de algún modo, a resolver el problema de la protagonista, el maltrato de una de sus compañeras. A partir de este libro recibí mails de muchísimos chicos y ¡hasta invitaciones a jugar! A mí me encanta contestarles a mis lectores y poner como punto de encuentro la Feria del Libro o tal vez, una visita a la escuela. Este año saldrán dos libros creados a partir de situaciones reales con niños protagonistas, Tablet (ed. La brujita de papel), que hablará/mostrará nuestra relación con las palabras y con las pantallas y el libro de cuentos "El cuen- del medio minu-" (ed. Edebé) con historias relacionadas con la lectura. Uno de los cuentos de este libro surge a partir del relato de una bibliotecaria de un centro comunitario sobre un chico inmigrante que finalmente pudo encontrar en un libro del centro las palabras para contar su propia historia. Los escritores tenemos que tener antenitas y saber escuchar muchas historias de la vida real y devolverlas a sus protagonistas.
Conclusión: en la literatura podemos encontrar nuestras propias historias

ADP: EN LA ESCUELA PRIMARIA RECORREMOS CAMINOS CON LA LITERATURA DE CECILIA

CP: Cecilia es una escritora que no tiene problemas con la hoja en blanco. Se le ocurren tantas ideas que ni bien termina una novela, su único problema es con cuál, de todos sus bocetos, sigue escribiendo la próxima. Por esto, su producción es muy fructífera.

Aquí va mi recorrido lector por algunas de sus novelas que me encantaron para trabajar el lenguaje, los sentimientos, para vivir experiencias cercanas y lejanas y comprender con los alumnos de primaria un poquito más del universo humano.

entrevista Como si no hubiera que cruzar el mar, 6to grado y 7mo grado
Alfaguara (Bs As, 2005).
Ilustraciones de Eugenia Nobati.

¿Qué pasa con Carolina cuando tiene que dejar su país, Argentina, para irse a vivir a España a los doce años? ¿Cómo será la despedida? ¿Encontrará nuevos amigos? ¿Cómo logrará que la entiendan cuando las palabras y las costumbres son tan diferentes? Por suerte, tiene las cartas de su bisabuela. Ella, muchos años antes, hizo el mismo viaje pero al revés, de España a Argentina. Y, estas cartas ayudan a Carolina a entender mejor ese nuevo país y a poner en orden todas las emociones que trae esta fabulosa experiencia. Este libro tiene la habilidad de llevarte de viaje hacia afuera y hacia adentro de vos mismo invitándote a reflexionar sobre temas como las costumbres y tradiciones familiares, la comunicación con una nueva cultura y sobre todo que, las cuestiones fundamentales de la vida, como el amor, no tienen fronteras.
entrevista ¡Invadido!, 5to grado
ed. SM, col. Barco de Vapor (Bs As, 2015).
Ilustraciones de Gonzalo Kenny.

Durante más o menos unos cuarenta días, Buenos Aires conquistada será parte del Imperio Británico. Durante más o menos cuarenta días, algunos oficiales, y los niños y mujeres que acompañaban a los invasores se alojarán con familias porteñas. Durante más o menos cuarenta días, Juan se sentirá invadido en su propia casa por John Ward, el hijo de uno de los dos gaiteros del regimiento escocés de Highlanders. Serán cuarenta días de celos, secretos, conspiraciones, temor, aventura, lucha por la libertad. Serán cuarenta días también, para descubrir que la amistad y el honor no tienen banderas. ¡Y que el sonido de una gaita se escucha desde lejos, bien lejos, sonoro, inconfundible!
entrevista Querida autora, 4to grado
ed. Norma, col. Torre de Papel (Bs As, 2013).
Ilustraciones de Alex Dukal.

Novela infantil que encanta a los chicos. ¡Se la devoran! Por su simplicidad, su lenguaje actual y su cercanía a los temas que a ellos les interesan. Cuenta el intercambio de emails entre una escritora, Felicia Lupi y su lectora favorita, Luci, una correspondencia que permite resolver el problema de la protagonista: el maltrato de una de sus compañeras. Queridos lectores, Ed. Norma, colección Torre de papel (Buenos Aires, 2015). Ilustraciones de: Alex Dukal.¡La historia continúa! Y, ahora, serán los alumnos, los que, guiados por su autora favorita, se conviertan en escritores e ilustradores inspirando a Felicia Lupi en su nuevo proyecto editorial y aprendiendo a trabajar en equipo, cediendo y compartiendo ideas.
entrevista El té de la Princesa, 3er grado-mujeres
ed. SM, colección Barco de Vapor
Ilustraciones: Viviana Garofoli

La princesa Sofi se aburre de ser princesa única. No va a la escuela ni tiene amigos. ¿Cuántas travesuras podrá hacer hasta que encuentre un verdadero amigo?
entrevista Este campeonato apesta, 3er grado-varones
ed. Atlántida (2008), colección Juani y Superfido
Ilustraciones: Catriel Tallarico y Sil Benaghi

Juani y su equipo de la escuela se anotan en un campeonato de fútbol. La expectativa es gigante pero parece que todo les sale mal. En primer lugar, el color de la camiseta: ¡rosa!, después los organizadores se equivocan y los anotan en la categoría de los chicos más grandes, pero, lo peor de todo es la paciencia que hay que tenerle a las discusiones de los papás, quienes quieren ganar a toda costa. Juani y toda su comunidad escolar tendrán que aprender realmente que jugar y divertirse es lo más importante de todo.
entrevista Esto no es una caja, 2do grado
Ed. SM, (Bs As 2013) colección Barco de vapor
Ilustraciones: Sebastián Barreiro

Realmente para la protagonista de esta historia una caja puede convertirse en cualquier otra cosa que le permita jugar y encontrarse con su mamá. Este libro nos recuerda la importancia de volver a jugar y nuestra capacidad de transformar el mundo en un lugar mágico y maravilloso
entrevista Un cuento por donde pasa el viento, 1er grado
Ed. Sudamericana, (Bs As, 2004).
Ilustraciones: Pablo Bernasconi

En esta historia hay un príncipe valiente, una princesa con moños, un ogro preguntón, animales que hablan y, claro está, viento, mucho viento. Que lleva y trae una y otra vez, la misma pregunta. ¿Cuál será? Si acompañás al príncipe en su viaje en busca de la respuesta al acertijo del ogro, podrás ayudarlo a decidir cuál de todas servirá para liberar a la princesa, que espera a su amado, baldeando con lágrimas la terraza de la torre

Entrevista radial realizada por Mariano Oropeza y Mario Caira en el programa Caira quien Caira (FM 92.3) del 9 de mayo de 2017, emitido desde el stand de "El Ateneo" en la 43 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Entrevista realizada por María José Troglia en las XVII Jornadas Lietratura y Escuela- Jitanjáfora. Mar del Plata, abril 2017. (En: Revista Catalejos, vol.3 N°6, junio 2018, pp. 183-194)

En abril de 2017, en el marco de las XVII Jornadas La literatura y la escuela, organizadas por Jitanjáfora. Redes sociales para la promoción de la lectura y la escritura, tuvimos la oportunidad de presenciar una entrevista abierta realizada por María José Troglia a la escritora, docente y tallerista Cecilia Pisos. En esa ocasión, la conversación giró en torno al eje de la poesía, ya que gran parte de su producción se centra en este género. Durante el intercambio, se evidenció el enfoque de la autora acerca de la poesía como una forma de mirar y de vivir.

María José Troglia: Lo primero que a mí me gustaría preguntarte es cómo pensás la relación entre la poesía y la vida cotidiana. Pero no en términos generales, sino pensando en vos, la poesía en tu vida. ¿Dónde encontrás las marcas de lo poético? ¿Dónde ves la poesía en la vida? Y, ¿de qué manera la poesía puede intervenir la realidad?

Cecilia Pisos: En realidad, yo creo que la poesía está antes que las palabras. La poesía no está hecha solamente de palabras. Hay ciertos estados pre-poéticos que a veces llegan a ser escritos en la forma de poema. En el principio del poema, para mí, está la mirada, eso que brilla en el aire, eso que uno capta muy pocas veces, no porque no tenga ojos para hacerlo, sino porque el ojo está distraído, con miles de cuestiones materiales de la vida, las preocupaciones habituales que todos tenemos. De pronto, uno se hace un ratito. Eliseo Diego, poeta cubano, decía que la poesía es más que nada atención, en el sentido de cariño y de atender, en los dos sentidos. En cuanto uno empieza a hacerse un micro-espacio para ver alrededor, sacando por supuesto los ojos de las pantallas, ya que nos encontramos muy "empantallados". La poesía está en todas partes. Si uno ve un árbol, ve la hoja de un árbol atravesada por un rayo de luz, eso se produce solo en el momento en que mi ojo lo ve, es una incidencia de la luz única. Puede dar lugar a un poema, a una maravilla que nos hace sentir bien. Cada vez me encuentro más sensible a maravillarme de pequeñas cosas. Un poeta francés, Francis Ponge, que no escribe en verso, sino que hace prosa poética, dice que hay que hacer hablar a los objetos, que los objetos están mudos y los únicos que podemos hablar por ellos, somos nosotros. Tiene un libro muy lindo que se llama Tomar partido por las cosas. Creo que de eso se trata, hacer hablar a las cosas, volverlas significativas. Por ejemplo, él tiene un poema sobre el pan, donde lo compara con una cordillera. Es decir, es posible ver en la naturaleza formas humanas y ver en las cosas humanas formas de la naturaleza. Yo creo que para sensibilizarse en la poesía y sensibilizar a los chicos, hay que empezar a mirar las maravillas pequeñas que nos rodean.

María José Troglia: ¿Y qué rol cumple el oficio?

Cecilia Pisos: Existe el oficio, pero yo creo que eso es lo de menos. Para poder leer poesía no hay que tener oficio.

María José Troglia: ¿Y para escribirla?

Cecilia Pisos: Y para escribirla… el oficio se entrena, pero si no tenés el ojo, no hay poesía.

María José Troglia: Entonces, se trata de la percepción. La idea de cómo mirar el mundo, es un estado. Estar en poesía. Y sobre el movimiento de la poesía hacia el mundo real, ¿cómo la escritura y la lectura de la poesía pueden intervenir la realidad, transformarla, o hacer algo con ella?

Cecilia Pisos: Es indudable que la lectura de poesía y de literatura en general nos transforma a todos. El poder transformador proviene del interior. Pareciera que en los poemas la voz está como más desnuda. Siempre en los poemas hay una voz, así como en la narrativa está la figura del narrador, en los poemas tampoco está el poeta descarnado, hay una figura detrás de la cual el poeta elabora. La poesía es la pequeña voz del mundo. Me encanta esa definición que es de Diana Bellesi. Ella dice que el poeta recoge de la marejada humana y zurce. El que lee, lee ese zurcido, entonces se reabre la herida y se vuelve a ese estado desde donde se inició el poema. Si no hubo un estado pre-poético realmente auténtico, aunque haya una figura literaria mediando, no va a haber después en el lector una recepción que lo conmueva. Es decir, podrá haber musiquita en los versos, pero no va a haber poesía.

María José Troglia: Te quiero preguntar ahora sobre tus recorridos lectores. ¿Cómo es que la poesía ingresa a tu vida? ¿Cómo empezaste a leer poesía? Y, ¿qué clase de lectora sos hoy de poesía? ¿Hiciste un trayecto ordenado? ¿Cómo fuiste haciendo tus elecciones? La poesía, ¿apareció sin querer o buscaste?

Cecilia Pisos: Apareció de la mano de una maestra. Cuando uno trabaja con mediación de la lectura habla siempre de insistir y persistir en las acciones en pos de la lectura. Sin embargo, a veces, una pequeña acción aislada, puede cambiarle la vida a una persona. Yo me encontré con la poesía gracias a mi maestra de segundo grado, la señorita Olga, que nos hizo leer y aprender de memoria un poema de Juana de Ibarbourou. En el texto, la voz poética dice que le salen rosas de las puntas de los dedos. Pero, ella insiste en que no es una metáfora lo que está diciendo, que es verdad y no le creen. Yo tenía ocho años y me imaginé vívidamente una mano de la que salieran rosas y me quedé enamorada para siempre de la poesía. Esa imagen me pegó y me definió, de algún modo. Después yo empecé a escribir, desde la primera vez que me enamoré, a los ocho años. Pero en ese entonces escribía de una manera distinta. Escribía cuentos y los compartía con todo el mundo. En los poemas, de algún modo yo reconocía que la voz era otra, y los guardaba. Los guardaba en el cajón (siempre les cuento a los chicos y se ríen) de las medias y las bombachas, para que nadie los fuera a buscar. Así que así empecé. Por otro lado, no hay que desdeñar nunca el valor de las antologías. Pueden a veces parecernos constructos horribles, desde el punto de vista editorial o literario. Pero abren caminos lectores. Yo tuve dos antologías muy importantes que me regalaron a los diez años. Una era una antología de la poesía iberoamericana que me abrió todo un panorama de poetas en lengua española impresionante. Y la otra, Collins Albatross Book of Verse. Mucho inglés en esa época no sabía, pero me las ingeniaba para entender algo. El resto era misterio, pero quizás ahí estaba la cosa. Seguía los autores de esas antologías muy salvajemente y como podía, porque en la escuela no había poesía, y tampoco biblioteca. En mi casa no eran muy lectores, pero como yo estaba empecinada, cuando quería un libro, me lo conseguían de algún modo. Después, descubrí las bibliotecas, cuando tenía once o doce años, me hice socia de la biblioteca del Instituto de Educación Cooperativa. Y ahí no me paraba nadie.

María José Troglia: ¿Y hoy?

Cecilia Pisos: Y hoy me gustan poetas muy diversos. Por ejemplo, Langston Hughes y, también, un poeta muy complejo como es Philip Larkin. Me gusta Marosa Di Giorgio, su poesía llena de imágenes desbordantes de sensualismo. Y me gusta Jorge Leónidas Escudero, que es pura palabra pelada como la roca, sin mucha imagen. Yo creo que en la variedad está el gusto. En lo que uno va construyendo como currícula poética para los chicos, como en cualquier dieta, debe haber variedad.

María José Troglia: ¿Cómo aparece la poesía en tu proyecto de escritura como autora? ¿Cómo se fue vinculando con los otros géneros? ¿La poesía tiene el mismo peso que la narrativa? ¿Cómo está equilibrado? ¿Se te reconoce más como poeta que como narradora? ¿Fue una decisión consciente de tu parte escribir y publicar poesía para niños o se fue dando?

Cecilia Pisos: Yo creo que se va dando, uno tiene intenciones y, después, la vida con las intenciones de uno va haciendo lo que quiere. La poesía no es un proyecto literario. Para mí, la poesía es un proyecto de vida. Yo no podría vivir si no escribo y no leo poesía. Podría vivir quizás sin escribir historias, pero no sin escribir poesía. Entonces, va más allá de la literatura y del mercado, en mi caso. La poesía es un género siempre subterráneo, soterrado, no por eso carente de misterio. Además, la poesía tiene una naturaleza mixta: mitad aire y música y mitad, palabra. Quizás por eso tiene distintas posibilidades, distintos canales.

María José Troglia: ¿Tenés un espacio de escritura? ¿Cuál es?

Cecilia Pisos: Yo escribo poesía en la cocina, literalmente. En la cocina cocino los poemas. Cuando plancho, crecen las historias. Cosa rara, pero es así. Me funciona, plancho pilas y pilas de ropas para las historias, porque las historias me dan más trabajo. Humberto Eco decía que, en realidad, para las historias, uno tiene que tener los personajes, más o menos lo que va a pasar y, después, arranca. O sea, uno empieza por las cosas y llega a las palabras. En la poesía es al revés: uno empieza por las palabras, a veces es una imagen que a uno lo convoca y así surge el poema. Pero, uno no sabe muy bien qué quiere decir todavía. Y a veces es simplemente una palabra que suena, una palabra que se asocia con otra por azar, y uno tiene que buscar el sentido.

María José Troglia: En cuanto al origen del poema, ¿puede ser un tema, como las brujas y las hadas?

Cecilia Pisos: Eso es otra cosa. Las series de los poemas de brujas, de hadas, de ogros, en realidad las hice, en principio, por estar enojada por los tipos de libros de poesía que se publicaban para chicos. Eran como popurrís, con un poquito de cada cosa. Muy distinta de la factura de los libros de poesía "para grandes" que se están publicando (con esos rótulos que sacamos y ponemos todo el tiempo). Mi primer libro de poesía se llama: Como palabras educadas, de Libros de Tierra Firme, en la colección "Todos bailan".

María José Troglia: ¿Para niños?

Cecilia Pisos: No, venía de la poesía para adultos. Yo recibí varios premios, publiqué este libro y tuve becas con la poesía para adultos. Lo que veía es que la manera de armar los poemarios era muy distinta. Entonces, con las hadas quise armar una serie: que tuviera una coherencia temática y una unidad de voz. Porque muchas veces uno escribe poemas en distintos momentos, y después los junta para armar un libro y se nota que el tono no es el mismo. Entonces, yo hice de una tirada todos estos libros para que tuvieran el mismo tono y el mismo tema. Después fueron surgiendo los otros porque, de algún modo, estos libros, quizás, engancharon a los chicos a partir de los personajes.

María José Troglia: ¿Cuál es el eje de tu primer libro infantil, Las hadas sueltas?

Cecilia Pisos: Es mi ingreso a la literatura infantil. Por eso yo lo recuerdo con mucho cariño. En esa época, 2002, estaba Canela como editora de Random Sudamérica. Ella se animó a publicar este libro de hadas que parece una cosita así nomás, sin embargo abarca muchas cosas. Hay un poema que hice para mi abuela que se estaba muriendo en esa época. Otro, es para mi hija que tenía dos años y me intervenía todos los cuadernitos donde escribía, porque le daba bronca que yo estuviera escribiendo. También hay un hada cartonera, que en esa época empezaron a aparecer en nuestros paisajes urbanos, tristemente.
Ese libro de las hadas lo escribí porque había perdido uno que mi tía me había regalado que se llama Las hadas de las flores del jardín, que era en inglés. La idea en la que se centraba era que cada hada protege a una flor. Mi abuela tenía un jardín enorme, y yo a los ocho años, me pasé todo un verano buscando a las hadas que, por supuesto, no encontré. Quería muchísimo a ese libro, pero lo perdí. Entonces, ese fue el disparador para inventar mis propias hadas.

María José Troglia: Ya que hablamos de las hadas y las brujas, quería detenernos en el tema de la construcción o invocación del mundo mágico. ¿Por qué aparece y reaparece en gran parte de tu producción? Creo que, además, este mundo tiene mucho que ver con la poesía y la cuestión de la oralidad, ya que la palabra poética tenía el poder del conjuro, de convocar, ¿no?

Cecilia Pisos: Sí, de convocar realidades no existentes. Eso tiene que ver también con concepciones ancestrales del poeta como bate, aquel que se comunica con la divinidad y le comunica después al pueblo. En los conjuros existe la creencia en la palabra.

María José Troglia: Por ejemplo, en el final de Las brujas sueltas, hay un apartado de hechizos, conjuros, palabras mágicas.

Cecilia Pisos: Sí. Yo hago varios trabajitos antes de escribir un poema, que tienen que ver con la mirada, con buscar palabras. Este trabajo de construcción de imágenes resulta mucho con los chicos, para después, a partir de esas imágenes, sí darle forma al poema.Los "Talismanes" son imágenes así en bruto. Yo trabajaba con chicos haciéndoles construir este tipo de imágenes, como paso previo a la escritura de un poema, porque escribir un poema, así en frío, es aterrador para cualquiera. Para mí también.

María José Troglia: ¿Y qué podés decirnos acerca de Nube del corazón?

Cecilia Pisos: Nube del corazón para mí es otro territorio de la poesía. Habla de una princesa que está apabullada por las obligaciones de la Corte y que, en un momento dado, hace una cosa asquerosa, una cosa que las princesas no deben nunca hacer: se tira un pedo. Nube de corazón parecía una cosa así rosadita y que, a propósito, tiene la tapa que tiene. No es una casualidad: una princesa rosada, en una nube súper rosada con brillantina de colores. Yo quería "hacer entrar" a mucha gente e hicimos una trampa con la editorial. En ese libro se trabaja básicamente con el estereotipo de la princesa.
Me pasó que cuando lo leí por primera vez en la Feria del Libro, en un ciclo de poesía que nunca más después lo repitieron, las nenas que estaban adelante, cuando llegué a la situación "escandalosa", se congelaron por un segundo. Y después largaron la carcajada. Pero, para mi sorpresa, los que siguieron congelados atrás fueron los papás. Por eso, hay que lograr que los padres ingresen en esta lógica del disfrute de la literatura para asegurarnos de tener socios en casa. Porque todo lo que se hace en la escuela, si después en casa no encuentra un eco, va a quedar como pegado a lo institucional.

María José Troglia: Con respecto al lugar de los adultos, nos lleva a pensar en cuáles son los caminitos que va encontrando la poesía en la recepción. Creo que es uno de los temas más complejos. Existe esa representación de la poesía como algo que le parece "lindo" a todos, pero después comprobamos que es un género que no se edita mucho, a veces en editoriales alternativas con poca circulación, porque se vende poco y se lee poco. Esto parece un círculo bastante perverso. Entonces, nos lleva a preguntarnos ¿cuál es el lugar que la poesía va ganando en las comunidades de lectores o que va conservando en los modos de leer? ¿Qué pasa con la poesía, no sólo de niños, sino también la pensada para los adultos? ¿Se vende, no se vende? ¿Esto quiere decir que no se lee? ¿O queda circunscripta a esos espacios casi sacralizados, reservados para el poema como objeto elitista?

Cecilia Pisos: Por lo menos, acá en Argentina, yo no creo que la poesía sea elitista. La poesía está en todas partes, dicen que en nuestro país hay más poetas que lectores y que los poetas se leen entre ellos. Sin embargo, está en los cafés, en un montón de sitios, solo hay que prestar atención. En las librerías, uno no la encuentra en las mesas de novedades. En otra época, la poesía estaba bastante en el aire, incluso en la televisión había novelas donde se leían libros de poesía; había posters y señaladores con poemas de Neruda, Cardenal, etc. Estaba más presente. Creo que esta especie de "ausencia" de la poesía es parte del "empantallamiento" que yo mencionaba antes. Sin embargo, hay mucho trabajo que se hace también desde las pantallas con la poesía en las escuelas, como los videopoemas. Yo creo que hay que salir a buscarla, la poesía es una "chica difícil", no se rinde fácilmente y requiere de un esfuerzo. Requiere también que uno haga un autoexamen y pensar: ¿por qué no me gusta la poesía?, ¿fui suficientemente a buscar autores? Ahora tenemos la posibilidad de la web, ni siquiera hay que ir a buscar el libro. Hay infinidad de foros y de sitios de poesía.
Ahora, ¿por qué se editan pocos libros de poesía? Es un conjunto de varios prejuicios. En principio, el prejuicio de las editoriales, no de los editores, sino de las empresas que tienen en cuenta un objetivo de venta. Eso hace que se produzcan menos libros de poesía y menos encuentros con los libros de poesía. Sin embargo, cada vez que yo voy a las escuelas, encuentro siempre maestros interesados en la poesía.

María José Troglia: Ya que lo mencionaste, ¿qué pasa con la poesía en la escuela? Muchas veces, si bien los docentes tenemos muy buenas intenciones, a la hora de incluir la poesía como género en las planificaciones siempre la vamos relegando y la narración gana la partida. ¿Esto lo ves reflejado en las escuelas?

Cecilia Pisos: Sí, hay quienes hablan del imperialismo del relato sobre la poesía. Sin embargo, yo creo que con la poesía y los chicos se pueden hacer muchas cosas partiendo de tres casilleros: leer, escribir y comunicar. Para empezar cualquier programa deacercamiento a la poesía, hay que comenzar por leer. En este punto, es un género que conviene porque es portátil. Y, además, leer un poema por día no puede llevar más de uno o dos minutos. Pero hay que hacerlo puntualmente, como lavarse los dientes, proponer la lectura de un poema por día con los alumnos, de distintos autores, distintos formatos. Encontrar el momento y que ellos siempre lo tengan como una rutina.
Actualmente, me estoy encontrando con chicos que no están habituados a escuchar solamente, que necesitan la apoyatura de las imágenes para los cuentos. "A ver", me dicen cuando empiezo a contar. "No", les digo yo, "cerrá los ojos y ahí lo ves". Educar la escucha es importantísimo en este momento.
Antes de pasar a la escritura desaforadamente, yo haría la otra pata que es la de la comunicación de los poemas. Y ahí hacemos un abrazo hacia los padres. O sea, ¿por qué no elegimos entre todos los poemas que más nos gustaron de todos los que fuimos leyendo y buscamos una manera de leérselos, dárselos, actuárselos, dibujárselos a los papás?
Otra cosa muy linda que se puede hacer es el trabajo con adivinanzas. La adivinanza parece una cosita hecha así nomás, y sin embargo tiene todo un trabajo poético, desde la mirada, porque cuando uno hace una adivinanza, lo que quiere es que el otro no vea lo que uno está viendo y responde con otra imagen. Entonces está trabajando la metáfora, sin saber qué es la metáfora. Como juego poético la adivinanza tiene una riqueza impresionante. Por ejemplo, en el libro de Giani Rodari, Gramática de la Fantasía, tiene dos capítulos sobre la adivinanza muy interesantes.
En tercer instancia, la escritura, pero no "en seco". Cuando mi hijo Ignacio estaba en tercer grado, tuvo una maestra que lo primero que les hizo hacer, para escribir poemas, fue una lista de las cosas que les molestaban, les encantaban, les daban bronca, les producían temor. Después les hizo elegir una de esas cosas y hacer frases, primero imágenes, en base a la pregunta "¿cómo describirías eso?". Y les daba una definición de la poesía que a mí me parece magistral: "Cuando vos terminás de leer el poema, tenés que sentirte con orejas frescas, como si recién te hubieras bañado". Y les puso abajo: "Hay que decir las cosas más comunes, de la manera menos común posible". A partir de ahí, los chicos escribían. Y la segunda etapa, fue darles forma a los poemas. En realidad, ella no hizo más que replicar el trabajo que hace uno, porque uno escribe en caliente y corrige en frío. Hizo el verdadero trabajo de un escritor con los chicos. María José Troglia: Cuando vos vas a las escuelas y leés poemas a los chicos, ¿qué recepción encontrás?

Cecilia Pisos: Cuando voy a las escuelas, quizás tengo que leer dos o tres poemas para entrar en calor. Cuesta mucho también con los maestros. Yo hago capacitaciones referidas a la poesía y lo primero que hacemos es leer. Entonces, leen muy bajo y tengo que pedirles que "abran el pecho" y trabajamos la voz. Cuando uno recuerda un poema, ¿de qué se trata recordar? Pasarlo por el corazón. Repetirlo como un mantra. Entonces, nos va encantando la música del poema, nos vamos impregnando de sentido.

María José Troglia: Contanos algo sobre tus últimos trabajos.

Cecilia Pisos: En uno de mis últimos libros, Nube con forma de nube, trabajé con la idea de la vastedad de las cosas que hay en el campo, en la pampa. Quise hacer un tratado sobre las nubes, porque tienen mucho que ver con la palabra poética que dice una cosa, pero en realidad quiere decir otra. Las nubes son gotas de agua, pero además son dragones, princesas, dinosaurios.
Otro libro reciente es Maneki Neko, una reversión del "Gato con Botas", con algunas ilustraciones de Katana que sabe muchísimo de la cultura japonesa y trabajó con los colores de los viejos grabados japoneses y la estética del manga. Se nos ocurrió contar esta historia porque vimos que se cruzaba con otra historia japonesa: el "maneki", un muñequito de la suerte. La historia del gato con botas, de los cuentos tradicionales, me llamó mucho la atención porque no tiene moraleja. En este caso, la moraleja que pone Perrault es que vale más el artificio o la maña que las cosas que uno pueda recibir por herencia. Pero resulta que no es una moraleja, porque el héroe en esta historia, en realidad, no hace nada. Simplemente se rinde a los mandatos del gato. Entonces, descubrimos, buscando el origen del muñequito que es contemporáneo a la época en que apareció el relato del gato con botas y viene de una vieja historia japonesa, acerca de una señora que era muy pobre e iba a vender a su gato para poder comer. La noche en que había tomado la decisión, el gato se le aparece en sueños y le dice "No me vendas, ¿por qué no hacés muñequitos de cerámica como yo?" La mujer hizo los muñequitos y pudo sobrevivir. Ese es el origen de lo que le pasa al protagonista de la historia. La idea fue cruzar estas dos cosas que siempre aparecen como distanciadas, lo occidental y lo oriental.

María José Troglia: ¿Y Piedritas?

Cecilia Pisos: Piedritas es otro libro que saqué con Mágicas naranjas. Surgió de una visita que yo hice a la Cordillera de los Andes. Yo soy coleccionista de piedras, tengo cajas y cajas, porque las piedras me recuerdan momentos. No son piedras, en realidad para mí son momentos. Colecciono momentos. Con los libros también nos pasa eso. Un libro lo recordamos porque lo leímos cuando sucedía algo y nos recuerda ese momento.

Entrevista de Rossana Peveroni publicada en La Diaria de Uruguay (jueves 17 de noviembre 2016)

Entre la poesía y el pedo de la princesa

Cecilia Pisos (Buenos Aires, 1965) es una escritora argentina con una obra vasta y diversa, en la que se destacan sus libros de poesía. Recientemente fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Poesía para Niños que otorga el Fondo de Cultura Económica, por su libro Esto que brilla en el aire. Ha estado siempre vinculada con las letras, desde perspectivas diferentes: como académica, como editora, como escritora, como docente, en la reflexión en torno a la formación de lectores. la diaria conversó con ella antes de su visita a Montevideo para participar en el Filbita, donde dará dos talleres: el viernes uno para docentes y mediadores, y el sábado otro para niños.

Rossana Peveroni: La edición de este año del Filbita invita "a pensar en las relaciones entre literatura y las migraciones". En tus novelas Como si no hubiera que cruzar el mar (2005) y Mar cruzado (2013) abordás esa cuestión. ¿Qué tiene para aportar la literatura infantil y juvenil en un tema que evidentemente tiene tanto que ver con nosotros?
Cecilia Pisos: La de la literatura es una mirada muy distinta de la que los chicos reciben de los textos de historia o de ciencias sociales, en los que ven números, estadísticas generales, fenómenos globales. Lo que hace la literatura es ponerles carne a esas historias por medio de los personajes. Así, el lector asiste a lo que sucede en la cabeza de los protagonistas; de los que se van y de los que se quedan. Se aproxima a lo que sienten, y de ese modo es posible que comprendan lo que sucede en esos procesos, y también que los que experimentan situaciones similares se sientan identificados y quizá acompañados. Si bien mi libro tiene que ver con la crisis de 2001 [en Argentina], y trata un caso de migración por motivos económicos, lo crucé con la inmigración europea de principios del siglo XX, en la que además de las causas económicas había también otras, como las guerras. Una manera de acercar esa sensación de ser el otro, de ser el último en llegar a la escuela, de ser el nuevo, es darles a los lectores el ejemplo de mudarse de barrio, de cambiarse de escuela; esas también, de alguna manera, son migraciones, en las que uno se cuestiona su identidad en la medida en que tiene que integrarse a un grupo que ya tiene un perfil o una identidad propia.

RP: Mar cruzado lo presentaste primero en un blog.
CP: Mar cruzado es la vuelta de Carolina. Como si no hubiera que cruzar el mar estuvo inspirado en un viaje mío al exterior con mi familia. La editora siempre me decía que tenía que escribir la vuelta, pero yo no podía hacerlo, y de hecho no pude hasta mi regreso. Mar cruzado comienza con el padre diciendo: "Volvamos a casa". Para él, "casa" es la Argentina, mientras que Carolina, que ya tiene 16 años, cuatro más que en el viaje de ida, dice "pero para mí 'casa' es esto". En esa tensión que se produce, ella encuentra una manera de canalizar eso que tiene que hacer sí o sí, porque debe obedecer a sus papás. Es lo que pasa con los personajes adolescentes y con los adolescentes reales: tienen ya un sistema de creencias, sus propias opiniones, pero no son autónomos. La manera que ella encuentra de unir los dos mundos es virtual: empieza a escribir sus experiencias en un blog. La voz cantante de la novela la llevaba ella en el blog, mientras que los personajes iban comentando; el lector tenía que constru ir lo que estaba pasando. Se publicaban dos capítulos por semana, y los lectores podían incorporarse comentando a la par y con el mismo estatus que los personajes. Algunos se compenetraban con la historia y hablaban con los personajes, les decían lo que tenían que hacer, mientras que otros se mantenían por encima de ese plano de la ficción y se dirigían a mí.

RP: Mañana en el Filbita vas a hablar de la formación de lectores, bajo la consigna "no se trata de vivir para leer, sino de leer para vivir"...

CP: "¡Que hasta las piedras lean!". Voy a hacer un taller; si bien llevo bastante soporte teórico, va a ser una aproximación teórico-práctica. Uno de los temas que me apasionan en este momento es cómo hacer que los chicos entren a la lectura de por vida. La idea es pensar desde dónde la escuela puede sumar a los padres, desde dónde puede sumar a la comunidad para que no todo quede asociado a la institución. Si bien tenemos la suerte de que la literatura está bastante presente en las escuelas, creo que hay que desescolarizarla, aunque suene paradójico. Los planes de fomento de la lectura apuntan a sujetos cautivos: los niños en la escuela. Pero los más difíciles son los papás, y están más difíciles ahora por el modo en que se dan las relaciones entre chicos y adultos, por las pantallas que interfieren, incluso por la ausencia de esa relación tan linda que se daba antes entre abuelos y nietos, que se ha deteriorado porque los chicos tienen un montón de actividades y los abuelos son más juveniles y tienen sus agendas propias. Se está perdiendo lo que tiene que ver con la literatura oral: las cosas que nos cantaban los abuelos, las adivinanzas, las coplas, los trabalenguas. Eso dificulta el disfrute de la poesía, porque antes los chicos venían con ese bagaje de las casas, y uno construía a partir de ahí el lenguaje poético, la sonoridad, etcétera. Ahora hay que trabajar a partir de antologías escritas. Otra cosa que se está perdiendo, sobre todo en los más chicos, son los períodos de atención. Esto lo he observado y conversado con maestros, con otros autores, con narradores. Los más pequeños tienen muy reducido el período de atención, es algo muy notorio. A veces ni siquiera resisten un cuento corto si se les propone escucharlo sin un soporte de imagen. Enseguida dicen: "A ver...". Yo creo que es una cuestión en la que se puede educarlos. En muchas escuelas hay bibliotecarias con muy buena intención que se chocan con docentes que están muy preocupados por el cumplimiento de la currícula pero no le destinan tiempo a la lectura. Simplemente la lectura. Si vos les leés todos los días un cuento, los vas acostumbrando a ese momento de tranquilidad, en el que suena la palabra y podés imaginar. Si no lo hacés, no sucede.

RP: Y el sábado vas a hacer un taller de poesía dirigido a niños, "Nube con forma de nube".
CP: Este año saqué un libro con ese título. Las nubes son como la palabra poética: vos decís "rosa" pero capaz que estás diciendo "boca", y las nubes son gotitas de agua pero a la vez son un dragón, un elefante, un pajarito. Vamos a trabajar en torno a la mutación de los significados y de las nubes, a dibujar, a leer; veremos qué sale.

RP: En varios de tus libros recorrés el universo de la fantasía y los seres que conforman la imaginería de los cuentos tradicionales: hadas, brujas, ogros, dragones, duendes, princesas. ¿Te propusiste un abordaje abarcativo o fueron surgiendo?
CP: En parte hice ese recorrido por gusto, pero también es cierto que uno no maneja completamente la dirección que lleva la obra. El primer texto que publiqué para chicos fue Las hadas sueltas [2002], que publiqué con Canela [la escritora y editora ítaloargentina Gigliola Zecchin] en Sudamericana. Le fue muy bien -una cosa un poco rara, porque la entrada de la poesía a las escuelas suele ser algo muy temido-, y Canela me propuso hacerles la contra a las hadas: las brujas. Después vinieron solos los ogros, los dragones, el libro de los hechizos. Fue una manera de aproximar a los niños a la poesía por intermedio de esos personajes que les gustan mucho. Son libros que se siguen leyendo, tienen varias generaciones de lectores. Siempre tiño a estos personajes de cotidianidad. No me gustan las princesas acartonadas. La protagonista de Nube de corazón [2011], por ejemplo, está tan agobiada por los protocolos de la corte que al final, cuando se libera y se pone a bailar en una fiesta de palacio, hace una reverencia y se tira un pedo. Hay una intención de desacartonar al personaje, de desestereotiparlo. Ese cuento lo leí por primera vez en una Feria del Libro de Buenos Aires. Todas las nenas estaban encantadas haciendo los movimientos de la princesa mientras yo lo iba recitando acompañando con el cuerpo, y cuando llegamos a ese momento hago la reverencia y digo lo que le pasó a la princesa, ellas se quedaron congeladas porque no querían hacer eso. Fue un shock y enseguida vino la risa. Pero la risa de los papás no vino: estaban molestos por esa palabra.

RP: Este año ganaste el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños que otorga el Fondo de Cultura Económica. Un premio que recibió la uruguaya Mercedes Calvo en 2008, y que el año pasado se llevó otra argentina, Laura Escudero. Hace unos días, el escritor Germán Machado hacía hincapié en la calidad de la poesía para niños que se está escribiendo en Argentina.
CP: Un especialista de la Universidad de Zaragoza dice que la poesía para niños es la Cenicienta de la Cenicienta... Hubo una especie de florecimiento de la poesía a raíz de que hace unos tres años el Plan de Lectura hizo una convocatoria a las editoriales para los géneros más desfavorecidos, entre ellos la poesía. Las editoriales se vieron compelidas y hubo una reacción de "hay que sacar poesía porque van a comprar poesía". Lo bueno fue que eso puso al género en un lugar un poco más favorable: salieron muchos libros, algunos buenos y otros no tanto. Creo que la poesía encuentra ahora su lugar no en las editoriales grandes, que tienen las colecciones tradicionales que van al aula, sino en otras más chiquitas, más exquisitas, como Pequeño Editor o Calibroscopio, entre otras, porque trabajan una estética integral del libro y la poesía se presta mucho para ese juego. A eso se suman estos premios. Hay varios premios de poesía que es interesante seguir, porque marcan los caminos de lo que se está editando en toda América Latina. Además del que otorga el Fondo de Cultura Económica, está, por ejemplo, el Ciudad de Orihuela, de [la editorial gallega] Kalandraka, en el que Nube con forma de nube fue finalista en 2011, y luego decidieron publicarlo. En América Latina son más reacios, mientras que en España están más dispuestos a publicar poesía, sin tantas vueltas.

RP: En tu poesía hay una mirada atenta a la maravilla de lo pequeño, de lo cotidiano, se evidencia una relación peculiar con la naturaleza por medio de una observación atenta. ¿Podría decirse que la poesía es ese foco que amplía lo que está ahí y parece no tener importancia?
CP: Esa es la función de la poesía, de algún modo. Ese ojo miope. Detenerse en lo que los demás no se detienen. Cuando ves jugar a un bebé, la más ínfima miguita vos no la ves pero él sí, y la está agarrando. Es ese ojo. El de decir "pará: mirá esto". Mirá cómo le da la luz a la hoja. Es algo que no se repite, que está acá, que es único. Dura nada. Miralo. Es eso. Poner la lente en esas cosas, detenernos. Hay un autor que habla del imperialismo del relato. Vivimos cercados de relatos: los videojuegos son historias, la tele son series que son cadenas de historias, los noticieros nos cuentan historias, vas al psicoanalista y le contás tu historia. Lo que tiene la historia es que te va llevando en su trencito y vos hacés un camino en el tiempo. La poesía, en ese mismo tren, te obliga a parar en cada estación. Es otro modo de funcionamiento de la cabeza. Está bueno poder manejar la cabeza en los dos modos y setearse en uno o en otro.

RP: A lo largo de tu carrera te has vinculado con la literatura desde distintos lugares: como académica, como editora, como escritora. ¿Se han complementado esas miradas?
CP: No es que una elija mucho: la vida te propone y te va llevando. Fui yendo de un trabajo al otro, siempre vinculada con los libros y con la gente, incluso en el trabajo académico, porque daba clase. La verdad es que esas cosas se van intersectando. Por ejemplo, al escribir un libro lo corrijo con mirada de editora, y las editoras quedan chochas. Por otra parte, me gusta mucho compartir las cosas que escribo y que descubro, y por eso me atrae la docencia. Si bien es cansador y me quita tiempo para escribir, vincularme con personas a través de los libros es muy placentero.

Entrevista de Mario Méndez en la Librería La nube en el marco de los "Encuentros con escritores de Literatura Infantil y Juvenil" (abril 2015) : Primera Parte

Cecilia Pisos:"Si uno encara la poesía de la misma manera que encara una historia, está frito."

De cómo la vida nos sorprende, de cómo el camino se va haciendo en una dirección inesperada, de la vocación infantil por la poesía y el amor por la literatura, de todo eso habló Cecilia Pisos en la charla con Mario Méndez. Contó cómo su interés académico se transformó en su actual labor como escritora y editora, cuáles fueron sus primeros pasos en la escritura de textos infantiles y sus referentes en ese ámbito; habló acerca de las modas, los lineamientos editoriales, las exigencias docentes y escolares en cuanto a la producción de los textos y su presentación, entre muchos otros temas. Libro de arena publica la entrevista a la escritora, realizada en La nube, el 27 de abril último, como parte de los "Encuentros con escritores de Literatura Infantil y Juvenil" del ciclo organizado por el Programa Bibliotecas para armar. El viernes próximo saldrá la segunda parte.

Cecilia Pisos Mario Méndez: Buenas tardes. Gracias por venir. Empiezo como siempre, pidiendo un merecido aplauso para nuestra entrevistada, Cecilia Pisos… (Aplausos). Y también, como siempre, empiezo leyendo la biografía, porque vale la pena contarla antes de entrar en la charla. Cecilia Pisos es Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido docente de las cátedras de Retórica en la Facultad de Psicología de la UBA, Literatura inglesa y Literatura Española II, en la carrera de Letras, también de la UBA, y Auxiliar de Investigación, en el Departamento de Investigaciones Filológicas de la Academia Argentina de Letras. Realizó estudios sobre la lírica del Siglo de Oro, con beca del CONICET, en el Instituto de Filología Hispánica de la UBA. Y publicó artículos en revistas de la especialidad. Ha finalizado además una especialización en Gestión Cultural y Políticas Culturales en la Universidad Autónoma Metropolitana, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México. Desarrolló tareas de autora, coordinadora y editora para diversas publicaciones y editoriales, dedicándose especialmente a los libros escolares y a la literatura infantil y juvenil. Ha sido, asimismo, responsable por la Argentina de la Coedición Latinoamericana de Libros para Niños y Jóvenes de UNESCO. Coordinó talleres de poesía para niños, adolescentes, y adultos en diversas instituciones. Y sus poemas para adultos han recibido premios en varias oportunidades. Su libro Como palabras educadas, fue publicado por Ediciones de Tierra Firme a través de un subsidio de la Fundación Antorchas. Produjo y dirigió también el site de Literatura, Zona de Letras, en el portal del Ministerio de Educación. Publicó las series: Los Requetelibros 1, 2 y 3 y Panzarriba 1, 2 y 3 para primer ciclo de la Educación Primaria. Y es coautora deProyectos con todos, premiado en la Feria del Libro de Buenos Aires. Su poesía para niños puede leerse en Las hadas sueltas, Las brujas sueltas, Un rey con 99, Dragones o pajaritos, Todos los ogros, El libro de los hechizos, Una pregunta por punta, El pájaro suerte, En la soguita de un verso, Soplacoplas… Y entre los cuentos y novelas, publicados en Argentina, Ecuador, México, España. Alemania, se encuentran Maus y el ratón tigre, Un cuento por donde pasa el viento, Rompecabezas, El té de la princesa, El rock de la princesa, No te acerques a este libro, Salsa de Cuentos, Dominó, Una escoba para cada cosa, Las cajas mágicas, Mientras dura el hechizo, ¡Basta para mí, basta para todos!, Las temitas invasoras, Yo, mi perro, Querida Autora, La máquina de hacer los deberes, y las series de aventuras de Juan y Superfido y Ufagenial. Con Te lo cuento otra vez, en el que relata de treinta maneras diferentes una misma historia, resultó finalista del Concurso Internacional de Literatura Infantil Julio Coba, Ecuador. Como si no hubiera que cruzar el mar fue seleccionado por un jurado internacional en los premios de Jaén en 2003, El té de la princesa fue finalista del Premio Barco de Vapor, en Argentina en 2004, y Esto no es una caja, en 2011. Un cuento por donde pasa el viento integró la lista de seleccionados de ALIJA en el 2005, y San Valentín de los dientes fue título recomendado en 2010 por la sección mexicana del IBBY. Mar cruzado, publicado como libro en 2013, fue la primera experiencia de novela en formato blog, para jóvenes, realizada por Alfaguara. Mucho. ¿No? Vamos a empezar por varias. Tenemos muchas puntas para tirar. Se habrán dado cuenta de que al principio, cuando leí la parte de la investigación académica de Cecilia, que fue investigadora del CONICET, que ha trabajado en la Academia Argentina de Letras, es bastante original conjugar esa parte de la investigación con algo de lo que nos venimos quejando los autores de literatura infantil y juvenil, que es la poca cabida en la parte académica. ¿Cómo pudiste conjugar eso?

Cecilia Pisos: En realidad, no lo conjugué, se fueron dando así las cosas. Cada vez estoy más convencida de que hay cosas que la vida las decide por uno. La verdad es que yo pensaba dedicar mi vida a las investigaciones académicas y a la docencia universitaria. Esa era mi planificación cuando estaba terminando la carrera de Letras. Y como me había gustado mucho Literatura Española ll, que es la que corresponde a las obras del Siglo de Oro, intenté insertarme en la cátedra, en las investigaciones que estaban en curso en ese momento. Y me presenté a las becas de CONICET, donde me dieron directamente una beca de Perfeccionamiento. Con eso, al no otorgarme la beca de iniciación previamente, me quitaron como dos años de investigación. Entonces, tenía que apurarme mucho. Hay que investigar, hacer cursos, escribir artículos… En ese momento no tenía dinero, no podía viajar a España, y había solo cuatro personas más trabajando sobre el mismo libro que yo, que era Las Rimas Humanas y Divinas del Licenciado Tomé de Burguillos de Lope de Vega. Un libro de 1634, en el que Lope se presenta como editor o antologador de los poemas de este alter ego o heterónimo que crea, Tomé de Burguillos.

MM: Cuatro personas en el mundo…

CP: En el mundo, sí. En España, en Estados Unidos y yo, en Argentina. A contrapelo de la cátedra, porque en ese momento eran todos gongorinos. Yo era la única lopesca. Cuando terminó esa beca, presenté mi informe, una cosa gordísima, había investigado un montón, había logrado escribir algunos artículos que publicó la revista Filología, estuve en un par de congresos, acá, en Argentina, pero no podía ir a ningún otro lado. Y en ese momento, se dieron algunas de esas cuestiones que a veces se dan entre quien te evalúa y quien te presenta o es tu tutor, y me dijeron que ahí, más o menos, se terminaba la cosa con la beca. Que el trabajo estaba muy bien, pero que me faltaban cursos, antecedentes para la siguiente etapa antes de la entrada en la carrera de investigador… Podía presentarme pero no tenía mucha chance. Me acuerdo de que estaba con la persona que me decía eso en el CONICET, yo tenía la cara cada vez más roja, las lágrimas a punto de saltar, y la señora me decía que no era grave, que quizá estaba escrito que yo tenía que hacer otra cosa. Yo estaba indignada, y le dije que ella no podía saber que era lo que yo tenía que hacer o dejar de hacer. Me fui. Y la verdad, es que ahora, mirándolo retrospectivamente, tenía toda la razón del mundo esta mujer. Así que cada vez me resisto menos a las cosas, que pase lo que pase. Y ahí empezó mi vida editorial, no de escritura porque yo venía escribiendo poesía desde los ocho años. Para mí, la literatura era la poesía. Publiqué mi primer poema en Clarín a los dieciséis años. Fue muy gracioso, porque lo mandé de puro kamikaze; yo iba al taller de poesía de la SADE de Osvaldo Rossler. Era la más jovencita, era un taller para adultos. Me llevaba mi mamá, era en 1980. Estábamos en plena dictadura, y la SADE tenía vigilancia abajo, en la puerta. Mi mamá esperaba afuera, porque no quería dejarme ir sola a la SADE, porque no sabía qué podía pasar. Rossler era bastante temperamental, su taller de poesía era el menos conservador de la SADE. Y ese año, se me ocurrió mandar un poema que había hecho en el taller al suplemento de los jueves de Clarín. Estaba Fernando Alonso como secretario de redacción, y me mandó una carta que tengo, mecanografiada, en la que me decía que me querían conocer porque el poema les había gusto mucho. Yo creo que querían cerciorarse de que yo fuera la autora del poema. Fui, conocí el diario, y me dijeron que lo iban a publicar el jueves siguiente. Imagínense que ese jueves, a las cinco de la mañana estaba al lado del kiosco de diarios, esperando. Y cuando llegué a la página del suplemento cultural y lo vi publicado, de alguna manera se selló la cuestión.

MM: Verse en letra de molde…

CP: Y poesía, que es una costumbre que tenían antes los diarios. Publicar poesía. Ahora no la publican.

MM: Es cierto. Y ¿cómo llegaste a la literatura infantil?

CP: Yo había hecho la carrera de Letras. Después de esa cuestión del CONICET, era la época en la que me iba a casar y me había quedado sin trabajo. Tenía la cátedra en la facultad, pero con eso no podía hacer mucho. Empecé a buscar trabajo otra vez, y fui a las editoriales. Yo quería hacer algo relacionado con Letras. Estuve un mes como secretaria del directorio de Kapelusz, pero la cuestión de ser secretaria de los directores no tenía mucho que ver con los libros. Yo había mandado mi currículum a todas las editoriales a las que se me ocurrió, hasta que me respondieron de Hyspamérica, que lamentablemente, en el momento en que yo entré, se estaba yendo a pique. Entonces me fui a trabajar a Avellaneda, arriba de la planta, de la imprenta, que es adónde habían puesto las oficinas de ediciones. Aprendí un montón de cosas ahí. Porque nosotros estábamos arriba, editando, y abajo estaban imprimiendo. Y eso era muy interesante, y muy lindo. Ahí éramos muy poquitos, estaba un chico en el archivo fotográfico, que era impresionante, con miles de copias del Archivo General de la Nación. Ellos querían reducir una obra del equipo de Félix Luna que habían sacado anteriormente, a fascículos, para acompañar el diario Crónica. Ahí aprendí un montón de historia y de fotografía, y aprendí un montón de cosas sobre edición, sobre la marcha. Y lo que descubrí, fundamentalmente, fue que yo quería hacer libros para que le llegaran a la gente. Porque lo que me pasaba con lo de Lope de Vega era que solamente le interesaba a cuatro personas y quizás, a algunas pocas más… Empecé a editar esos fascículos, unos libros chiquitos de historia argentina, que salían con el diario. Y un día en el subte, sentado enfrente de mí había un señor muy humilde que tenía el diario Crónica con el librito. Yo era muy escéptica con ese proyecto en ese momento. Pensé que el señor iba a dejar el librito y se iba a poner a leer el diario. Y no. Para mi sorpresa, dejó el diario a un costado, y se puso leer el libro. Yo estaba sentada frente a él, y me dije: "Esto es comunicación". Para mí, los libros, la literatura, tienen que ver con la comunicación. Que al lector le pase lo que sea, que le guste, que no le guste… Pero que se produzca una conexión. Ahí me apasioné por la edición. Si yo no me dedicara casi exclusivamente a escribir, en este momento estaría editando, tendría ese oficio, como lo tuve durante casi diez años.

Cecilia Pisos MM: Este fin de semana salió un trabajo dedicado a dos grandes editores, en la Ñ. Uno de ellos era Roberto Calasso, que decía que el de editor es uno de los trabajos más lindos del mundo. Pero todavía no llegamos a la literatura infantil.

CP: Cuando Hyspamérica se terminó de ir a pique dos años después, nos fuimos a pique todos los que trabajábamos ahí. Como me veía venir la debacle, yo había empezado a repartir mis datos, y en ese momento me llamaron de Aique. Estaba cerca de Parque Centenario. Fui, y empecé como editora. Tenían un editor para primaria y otra editora para secundaria, y yo era la editora de "proyectos especiales". Entonces, me caía cualquier cosa. Edité inglés, periodismo, una revista, aprendí el oficio. Une vez que cumplí unos años ahí me especialicé en Primer Ciclo, y empezaron a darme todo ese material a mí. Ahí empecé a leer obras de literatura infantil. Justamente, el último proyecto que hice en Aique fue adaptar la colección "Sopa de Libros" de Anaya, a una edición local. Salieron dos libros y el proyecto quedó un poco trunco hasta que la editorial lo retomó muchos años después. Ahí la conocí a Graciela Cabal, a Esteban Valentino, a Laura Devetach… Ese proyecto fue mi primer contacto, en los '90, con la literatura infantil.

MM: Directamente por el lado editorial…

CP: Sí.

MM: Porque en general, para el mundo de Letras, de la academia, no hay ninguna conexión.

CP: Ahora puede haber un poquito más. Puede haber cátedras que se ocupan, o seminarios… La gente de Jitanjáfora en Mar del Plata, la gente de la Facultad de Humanidades en la Universidad de La Plata.

MM: Pero cuando vos egresaste de Letras era inexistente.

CP: Sí.

MM: Y de joven o adolescente, ¿habías leído algo de literatura infantil o juvenil?

CP: Como lectora, por supuesto María Elena Walsh y Elsa Bornemann, y alguito de Laura Devetach. Recuerdo el cuento de La planta de Bartolo, que me lo dieron a leer en la primaria, en tercer grado, en 1974, y me pareció maravilloso, muy diferente de todas las demás cosas que nos hacían leer en la escuela. Pero fue debut y despedida; eso se acabó. Ya en la secundaria, leí literatura española, medieval, argentina. Me acuerdo de que mi papá era amigo del director de Plus Ultra, y cuando yo estaba en quinto año, me consiguió un ejemplar del manual que había sido censurado, que tenía textos de Borges, de Cortázar… Y entonces yo tenía el que nos habían mandado a comprar en la escuela, y tenía el censurado. Y veía las diferencias…

MM: Somos del mismo año, y me acuerdo de que tenía una profesora de Literatura, que nos leyó uno de los cuentos menos comprometidos de Cortázar, y nos aclaró que ella era de derecha pero nos leía a Cortázar. No dijo "de derecha". "Yo soy de acá", dijo, y levantó la mano. Y nos leyó "La isla a mediodía". Igual, ya era el '83 y estábamos llegando a la democracia. Vos trabajaste en Aique, como editora de libros de texto, y obviamente, como autora de poesía y de narrativa infantil, tenés un contacto muy fuerte con la escuela. ¿Cuál es tu mirada de esto que llaman "la literatura complementaria", la que circula por la escuela?

CP: Creo que hubo un cambio muy grande. Cuando nosotros íbamos a la escuela, todavía había libros de lectura, que a mí me encantaba leer, pero uno se quedaba siempre con las ganas, porque era un fragmentito. No está mal la idea de las antologías; yo no estoy en contra de las antologías porque sirven para conocer autores. Pero a veces, por la forma en que están hechas, son una especie de mutilación. Creo que la escuela, ahora, les hace leer a los chicos cuatro o cinco libros enteros por año, y quisiera saber si todos los papás de los chicos leen esa misma cantidad de libros. Porque esa es la gran discusión que sostengo en este momento y el gran enojo que tengo, a veces. Los maestros se pusieron las pilas, los bibliotecarios también, los chicos están leyendo pero, ¿cómo es el rebote en las casas? ¿Qué pasa cuando los chicos llegan a sus casas? Creo que habría que trabajar, quizá desde la escuela… ¿Pero la escuela tiene que seguir cargándose de tarea? Para mí, lo que hay que hacer ahora es llegar a los padres a través de los chicos y hacerlos leer. Creo que hay un camino que se recorrió y que tenemos muchos autores, ilustradores, editores… Ahora hay editoriales de todos los pelajes. En la literatura infantil hay mucha mediación oral, muchos especialistas. Es un campo muy nutrido. Casi ningún país de América Latina tiene esto. No hay tanta variedad. Yo viví en México, y viví en Canadá. Y en México, aunque la población escolar es mucho más grande que la nuestra, hay menos autores locales; en general, en los catálogos uno ve que importan autores muchas veces. Yo estuve entre el 2004 y el 2006, y estaban empezando con la idea de las visitas de los autores a las escuelas, como una cosa ultranovedosa.

MM: Coincido con vos. En Latinoamérica, la Argentina es el país con más cantidad de autores, por lejos, y la cantidad de editoriales, también. Uno de los últimos que leí, de los muchos tuyos que por suerte he leído, es Yo, mi perro, que está publicado por una editorial muy pequeña. Eso ya me mueve a una primera pregunta. Vos estás publicada en Alfaguara-Santillana, en SM, en Edelvives, en Sudamericana… ¿No tenés problema con abrir a pequeñas editoriales?

CP: Es un poco lo que decía antes, uno va haciendo lo que puede. No es algo que uno pueda planificar. Convengamos que hay muy pocos autores exclusivos de una casa editorial. Contados con los dedos de una mano. Todos los demás tenemos que ir viendo qué hacemos con los libros que escribimos. Y la verdad es que la experiencia es interesante con cualquier tipo de editorial. No hay que tener prejuicios. Uno a veces cree que una editorial grande puede hacer de todo, y a veces eso no sucede. Porque como es tan grande, mover los engranajes de la editorial por un solo libro es muy difícil. Quizá una editorial chica tiene diez libros, y como son los diez libros de los que va a vivir, los mueve más, y el libro que uno escribió tiene otra circulación. Como los circuitos son distintos, como los lectores son diferentes, a veces escribir para editoriales más chiquitas te da otra libertad. Podés proponer algo que en una editorial grande no puede darse, no porque el editor no quiera, sino porque ya tiene pautadas las colecciones que son de determinada manera… No es que los editores sean cerrados, todo lo contrario, pero las colecciones les vienen bajadas como son de la empresa. Esto lo digo porque me pongo del lado del editor, porque lo fui. Uno hace lo que puede con lo que tiene. Y trata de ser lo más creativo posible. Como autora, trato de no tener prejuicios.

MM: Acá bromeás mucho con las palabras que se pueden decir o que no se pueden decir en la escuela. En Yo, mi perro, ocurre esto que hemos visto en películas fantásticas. El chico se mete en el cuerpo del perro y el perro en el del chico. Los dos se entienden entre sí, pero salvo los animales, nadie lo sabe. Y aparecen cosas con la caca y con el pis que la escuela no puede incorporar. ¿Por qué será que la escuela se resiste a esto?

CP: Porque ensucia. (Risas). Les voy a contar una anécdota muy divertida, sin dar nombres. Una vez me llamaron para encargarme textos para manuales. A mí me gusta hacerlo porque es un ejercicio. Yo escribo mucho, a veces, cosas extensas, entonces, cuando me piden un texto de una carilla, me dispongo a hacer el ejercicio. A menos que el tema no me guste. Y me pidieron, entre otros, "un cuento con valores". Y a mi juego me llamaron. Por esos días, tenía un bebé con el que andaba con el cochecito por todas partes y pisaba caca a cada rato con las ruedas. Andaba híper furiosa por el mundo. Entonces escribí un cuento con valores pero con caca. Y esta fue la respuesta que me dieron en la editorial: "Sí, sí, tiene valores, pero además tiene caca. Y eso no puede ser porque cuando una maestra lo abra en un aula, va a causar revuelo". Los docentes aquí presentes me dirán si es verdad o no. Creo que el revuelo dura un ratito y luego se sigue adelante. Me decían que podía provocar un revuelo grande y perjudicar la imagen del manual. Ahí lo entendí, porque en un manual de trescientas páginas, mi cuento ocupa una página. Es lógico. No iban a jugarse. Igual, no me amilané y lo mandé a la revista Genios. Y como en las revistas los cuentos "andan por el viento", no quedan inmortalizados como en los manuales, me lo publicaron, y Pez lo ilustró. Después, lo publicó Antonio Santa Ana, ilustrado por Matías Trillo. Los dos ilustradores ilustraron la caca. Y nadie los retó.

MM: ¿Qué libro es?

CP: La caquita de ese perro está en No te acerques a este libro, de la colección Torre de papel. Y es un cuento que tiene un trasfondo más terrible, porque yo vivía a unas cuadras de una escuela para chicos ciegos. A la tarde veía como los chicos estaban con los maestros que les enseñaban a caminar. Y un día vi a uno de los chicos más grandes, que se tropezaba con una botellita y se caía. Y me dio tanta bronca que lo escribí por ese lado, quería crear conciencia de que no vivimos solos en la ciudad. En el cuento, uno de los personajes que está a punto de pisar la caquita de ese perro, además del viejito y de la madre con el cochecito es un nene ciego. Fue eso más que la caquita. Se me mezclaron las historias, se me cruzaron los cables. Y tengo varios textos con este tipo de palabras, porque soy provocadora. Y parece mentira pero aun hoy en día, hay ciertas ferias del libro escolares y ciertas escuelas, en las que ciertos libros míos que contienen ciertas palabras como "caca" o "pedo", un poco escatológicas, prefieren no mostrarlos. Otras, sí.

MM: Habrá que seguir…

CP: Yo insisto.

Asistente: Pero es algo lógico lo escatológico en los chicos.

CP: Es una liberación. El último así "explosivo" que tengo es la historia de una princesa, que está muy presionada por las obligaciones cortesanas, muy harta del protocolo tipo Palacio de Versalles, hasta que un día, por fin, se libera, sale a bailar y se le escapa un pedo. Me acuerdo de que lo leí por primera vez en la Feria del Libro Infantil, en un ciclo de poesía que se hizo y después nunca más estuvo, ¿habrá sido por este libro? (Risas). Y estaban las nenas delante de mí, repitiendo todos los gestos de la princesa que yo iba haciendo mientras leía. Hasta que recité una de las últimas estrofas: "Y en el final, parece, FlordeRosa,/ ganó confianza, perdió de todo el miedo./Tanto que, a despecho de su nombre,/ hizo una reverencia y… ¡salió un pedo!" Las chicas se quedaron quietas, congeladas un segundo, y después se mataron de la risa, yo seguí leyendo. Pero desde el fondo de la sala, los ojos filosos de las madres, no se los puedo describir… ¿Cómo "una autora de libros para niños ha dicho tal palabra delante de los inocentes pimpollitos?". Y verlas escritas a esas palabras, creo que es lo peor. (Risas) Tuve mi revancha con ese libro. (Risas). En una escuela de Carmen de Areco. Estaba presente la inspectora del distrito, y las maravillosas maestras de esa escuela, escenificaron el libro, y hasta una nena se levantó el vestido, y del vestido salió un globo de helio en forma de corazón que era claro, el pedo, "en carne y hueso". Yo estaba feliz pero miraba a la inspectora. Que después, al final, se rió. (Risas).

MM: Esa era una poesía, ¿no?

CP: Sí, es un poema narrativo que está en un libro ilustrado. Se llama Nube de corazón, a propósito. (Risas). Ese libro tiene trampa, con la editora hicimos trampa. Le propuse que estéticamente pareciera "de princesitas", rosado, con una delicada nube en forma de corazón en la tapa, que tiene su chiste después de haber leído el libro. En ese momento, me acuerdo que le pusieron unos brillitos también. Yo comprendo que hay mucha gente que se acerca a ese libro, y lo compra pensando que realmente es de princesas (risas), pero mi objetivo era otro: "descomponer" un poco la figurita de princesa para las nenas lectoras.

Cecilia Pisos MM: Calculo que muchos de ustedes hacen lo mismo que yo; cuando compramos un libro nuevo, lo olemos. Con este no se puede. (Risas). ¿Por qué hay escritores y escritoras que escriben poesía, que tienen tanta dificultad para publicar (no es tu caso porque tenés mucha publicada), y por qué hay tanta dificultad para que la poesía circule en la escuela?

CP: Lo que pasa en la literatura infantil, es lo que pasa en la literatura en general. Yo siempre que estoy con un grupo, les pido a todos que me digan cuál fue el último libro de poesía que fueron a buscar. A la biblioteca, a la librería. Si fueron a la librería, ¿lo encontraron fácilmente? ¿Revisaron los catálogos? ¿Qué porcentaje de libros de poesía hay en los catálogos? Es como un círculo vicioso. Vos acercás un libro de poesía a una editorial, y te dicen que los maestros no quieren poesía. Y cuando vas a hablar con los maestros, te dicen que no hay poesía. Uno no sabe. Es como el huevo o la gallina. En estos últimos años, sin embargo, hubo una especie de florecimiento, aunque el porcentaje de publicación de la poesía con respecto a la narrativa siempre es menor al 5% de lo publicado. Con teatro pasa lo mismo. Incluso peor. Hay un problema para la lectura de la poesía: si uno la encara de la misma manera que encara una historia, está frito. Cuando uno lee una historia, se mete en un trencito que va pasando por varias estaciones, introducción, nudo y desenlace. Puede haber variantes, pero siempre hay una vía en la que uno se introduce, hay una comodidad en la que uno se deja llevar. ¿Por qué la gente mira tanto las novelas o las series por la tele? Porque siempre aparecen los mismos personajes, uno ya está instalado en ese mundo. Cuando uno lee cuento o poesía tiene que acomodar la cabeza a cada rato a algo nuevo, porque el cuento es más corto, la poesía es más corta. De un cuento a otro van cambiando los personajes, los escenarios, las situaciones, y en la poesía, ni te digo: las palabras tiemblan. Lo que hace la poesía es arruinar todas las relaciones entre el lenguaje y las cosas. Y uno nunca sabe dónde está parado. La famosa pregunta: "¿qué quiso decir el autor?", es imposible de contestar. No hay una figura de autoridad. Y hay maestros que sí pueden trabajar con ese grado de incertidumbre en el que la poesía nos instala. Y hay maestros que se sienten muy incómodos. Como todas las personas. Yo hablo de los maestros, pero esto forma parte de todo. La gente mayoritariamente ve y lee novelas, no va a recitales de poesía. Circulan más novelas porque la gente lee más novelas. Y, sin embargo, hay un montón de movimientos alrededor de la poesía. Claro, no impresos, orales. Hubo muchas acciones últimamente para promover la edición de poesía, y me parece que está bien. Es como el cupo de las mujeres en el Congreso. Este es un género desfavorecido. Pero yo creo que no pasa por publicar más cosas, sino por sentarse con la gente a leer poesía. Y a ver qué pasa. Puede que un primer libro no lo entiendan, pero hay que tener paciencia. Vamos al segundo. Y a otro. Es una cuestión de capacitación y compañía. Hay que leer con el que nunca leyó.

Asistente: Pasa lo mismo con las canciones… yo estoy dando poesía y les encanta.

MM: En general, los libros que llegan al aula, vienen con actividades, si no están en un folleto aparte, o al final del libro, están en Internet. ¿Qué opinión tenés vos de las actividades?

CP: Yo he tenido que hacer guías cuando trabajé en editoriales. Me he resistido a hacer guías. ¿Viste que en un momento las editoriales empezaron a hacer las planificaciones? Bueno, yo me negué, porque me parecía que era una falta de respeto para el maestro. Un maestro tiene que saber dónde está plantado y cuáles son sus chicos. Con respecto a las guías, mi posición es que están buenas porque uno se entera de cosas y toma ideas de ellas. Pero no para seguirlas a rajatabla. Porque puede haber actividades maravillosas y otras en las que se les piden a los chicos que unan con una flecha el nombre del personaje con sus características físicas. En general, lo que me parece que habría que hacer con los textos, es una cosa muy libre, onda club de lectura, y ver qué tema suscitó en el grupo la lectura del libro. Sí usar la guía cuando a veces se sugieren lecturas conexas, que uno quizá no conoce, eso me parece absolutamente válido. Pero yo sé que hay escuelas que compran determinadas colecciones, que atrás traen las actividades y trabajan con eso en piloto automático. Si están cómodos enseñando de esa manera, bien, pero a mí me parece un poco una estafa. Cuando era editora, no hacía planificaciones. Podía dar sugerencias, pero no hacer planificaciones.

MM: Qué bueno esto del club de lectura, esta idea de hablar de libros. Leemos, charlamos, relacionamos con otros. Otra de las cuestiones que estuve viendo y que charlábamos el lunes pasado con los concurrentes, es tu fuerte relación con la ilustración. Hay varios libros que son libro álbum, o que están muy ilustrados. Por ejemplo, Un rey con 99, que tiene hermosos dibujos de Mónica Pironio, o este, con Pablo Bernasconi, Un cuento por donde pasa el viento, que es una maravilla. ¿Cómo es tu relación en el trabajo con los ilustradores? ¿Has podido trabajar codo a codo?

CP: A mí me gusta mucho trabajar con los ilustradores, pero a veces, no es posible. Por muchas razones, ajenas a los autores y a los ilustradores. No sé si me entienden… (Risas). Quedan pocos protagonistas. Creo que el texto puede ser de uno, pero en el libro para chicos hay mucha gente que trabaja. Correctores, diagramadores, ilustradores, editores. A veces, si es un libro relacionado con acontecimientos históricos también se piden lecturas críticas de especialistas. A mí, sinceramente, me hubiera gustado trabajar con los ilustradores mucho más de lo que trabajé. Yo soy de las que no se desentienden del libro, debe ser por mi pasado de editora. Una vez que lo entregué, sigo preguntando qué pasó. Acá, en el auditorio, hay una editora que puede dar cuenta de cómo hemos trabajado con ella y con el ilustrador, (se refiere a Verónica Bondorevsky, editora de Atlántida que trabajó con Cecilia), pero la verdad es que no es frecuente, aún en el caso de las editoriales que sacan libros muy ilustrados. A veces, siento como que tienen miedo de que se produzcan problemas entre el ilustrador y el autor. Entonces se paran en el medio y te van dando información de a poquito. Me ha pasado, en algunos casos, que no me dejaron ver hasta que el libro no estuvo impreso. Ahí, me pongo muy pesada, muy moscardona, y me enojo, porque no puede ser.

MM: Querés ir viendo cómo va…

CP: Claro.

MM: En general la ilustración es buena, pero está esa cosa como de no largar la manija.

CP: La verdad, es que salvo en uno o dos casos, no he tenido malas experiencias. De todos estos libros, uno o dos casos es poco. Cuando se dice que el autor y el ilustrador tienen que trabajar juntos se habla de algo ideal… A menos que vos seas amigo del ilustrador, como me pasó en este (Un rey con 99), con Mónica Pironio, ya que nos conocíamos antes del libro, entonces las dos lo fuimos trabajando y después lo presentamos…

MM: ¿Y proyectos previos terminados, como este con Mónica llevaste algún otro?

CP: Hemos llevado, con otros ilustradores, pero es bastante complicado. Es difícil, porque hay muchos proyectos dando vueltas, no es fácil que lo acepten. Y los editores también tienen sus preferencias y preservan su espacio de intervención. En ese sentido, uno baja a tierra todo el tiempo.

Asistente: ¿Y es muy variado lo que te piden que cambies? Las condiciones para publicar…

CP: Nunca me pidieron que cambiara cosas de ningún libro. Alguna cuestión menor de estilo, o alguna incongruencia descubierta por el editor. Uno a veces está tan metido adentro de la historia que se le pierde el hilo de algún detallecito. Ahí, la lectura del editor es importantísima.

Asistente: Me refería a si hay modas, que han ido cambiando a lo largo de todos estos años, desde que eras editora hasta hoy,

CP: Sí, hay modas, pero quizás más dentro de la edición, por ejemplo, con respecto a la tipografía. Se pide mucho la mayúscula pura para los primeros grados. A veces, en las escuelas se lamentan de que algún texto no está en mayúscula de imprenta; entonces las editoriales van corriendo y lo "mayusculizan", y es comprensible. Porque la editorial tiene que vender. Pero esas son modas, porque nosotros hemos aprendido a leer con todos los tipos de letra al mismo tiempo.

MM: Con esto hay un tema, y lo cuento desde el lado del editor: es muy difícil saber qué es lo que quiere el público docente, porque el otro día, por ejemplo, en la Feria del Libro vinieron unos editores chilenos a ver unos libros de Amauta que están en imprenta mayúscula y me dijeron: "Ah, pero son todas letras altas. Todo en altas no nos sirve". Yo me lo había anotado entre las preguntas. Por ejemplo, Maus y el ratón tigre, que está en Los caminadores, de Sudamericana, está toda en imprenta mayúscula.

CP: Sí, en la colección Los caminadores, de Random House, esa es una de las características de la colección.

MM: Y sin embargo, hay escuelas de las "más progres", que no quieren imprenta mayúscula.

CP: Porque son más constructivistas y prefieren un texto "natural", y no presentar un texto especial. No es que yo esté en contra de las mayúsculas pero… En un momento, cuando editaba primer ciclo, hasta la mitad del libro de lectura tenía que estar todo en mayúscula pura y después se iban introduciendo las otras tipografías. Pero eran cosas que cambiaban todos los años. Yo creo que los chicos aprenden de cualquier manera. Les termina cayendo la ficha en algún momento, más allá de las teorías y las metodologías. Por eso, la contrapartida de estas adaptaciones a mayúscula de los textos es que encuentren los textos tal y como existen en la vida real, no "fabricados". Lo de las "letras altas" es muy de Argentina. Yo no lo he visto en México, y menos que menos en Canadá.

Asistente (Natacha Goransky, ilustradora): En Gran Bretaña tampoco. Yo trabajé en una editorial inglesa, y cuando entré acá y vi los libros en mayúscula, me shockeó. Y como ilustradora, hasta me parece que luce feo. No sé hace cuanto que está dando vueltas esa teoría

MM: Lo curioso de esto es que yo, como editor, muchas veces no sé qué hacer, porque hay escuelas o zonas donde te dicen que no, porque es imprenta mayúscula. Y otros casos te lo agradecen y te dicen que, si no, hasta segundo grado no pueden trabajar.

CP: Los que conocen mejor el tema de los libros para la escuela son los promotores de las editoriales. Saben que hay un libro que en una escuela va a ir bárbaro, y en otra no, y por qué.

Cecilia Pisos MM: Ya que mencionaste a Verónica de Editorial Atlántida, que vino a visitarnos, ¿este es tu último proyecto? ¿Una taza de duendes?

CP: Sí.

MM: Contanos algo. No se los pude mostrar el lunes pasado…

CP: Está un poco en la línea de los poemarios que estoy haciendo. A mí me molestaba mucho que los poemarios para chicos fueran tan distintos de los que son para adultos. Que los libros para chicos fueran siempre como un popurrí. Como se publican menos, una vez que publican un libro de poesía, se meten poemas de toda clase y de todos los temas posibles. Así fue como saqué Las hadas sueltas, que fue mi primer libro para chicos. Hice como un catálogo de hadas, con distintas formas, un tanto libres. Y Canela, que fue la editora, me dijo que no podía haber hadas sin brujas. En realidad, esta segunda colección de poemas también surgía de las actividades que yo hacía con los chicos en las aulas: el combate de las hadas con las brujas. Y así salieron los versos de Las brujas sueltas. Pero no puede haber brujas sin ogros… Aparecieron Todos los ogros. (Risas). Y también tengo uno de dragones y pajaritos, y resultó que a los chicos les gustó acercarse a la poesía a través de esos personajes que ya conocían de los cuentos maravillosos. Tuvieron muy buena aceptación, y tenía la deuda de los duendes. En este libro, que lo trabajamos mucho con el ilustrador, que es Federico Combi, hay poemas que son juegos visuales, parecidos al de encontrar a Wally, en los que pasa eso con la ilustración y el texto, hay poemas que son de métrica y versos libres, y hay otros que son rimados. Ese es otro de los problemas con los que se encuentra el lector no habituado a la poesía. La rima es una seguridad impresionante, pero a la vez, en algunos casos, en aras de la rima se escriben cada cosas, que sería mejor no escribir. (Risas). A mí no me gusta mezclar poemas sin rima y con rima, pero en este libro lo hice porque pensé que a lo mejor, algunos lectores entran por el hábito de la rima, y se quedan leyendo los que no tienen rima. Y hacemos un poco de educación poética.

MM: Como que "el que no tiene rima está mal".

CP: Claro. Y además, algunos de los poemas de este libro son historias, son poemas narrativos…

MM: ¿Son duendes traviesos?

CP: Lo que nos encantó, a Vero y a mí, de las ilustraciones que fuimos viendo aparecer, es que contrariamente a la imagen más común que uno tiene, de los duendes como seres diminutos y traviesos, estos duendes son muy diversos. Y eso nos gustó mucho porque van cambiando a lo largo del libro. Hay duendes que son como muñecos; hay duendes muy flaquitos, muy poéticos, melancólicos. Y hay duendes más circenses. Hay duendes diminutos, que viajan en copos de nieve y hay duendes más grandes. Los que están en la cocina son chiquitos; otros, mayores, se meten en la fuente de la plaza… Hay como distintas escalas.

MM: Nos vas a tener que leer uno.

CP: ¿Ahora?

MM: Sí.

CP: Bueno, les voy a leer uno con rima y uno sin rima. Este no tiene rima pero si tiene su ritmo, que está dado por los cortes, por la medida de los versos. Y es una historia. Se llama Duende en el fondo del mar. Habla del duende enamorado de la falsa sirenita.

Duende en el fondo del mar
El duende distraído
que cae en la pecera
hace boquear de asombro
al pez dorado.

Perdidamente
se enamora luego
de la sirena de plástico
del fondo.

Subidos a la falsa
gruta ambos
se casan con burbujas
y se besan.

Confeti de alga
les tira el pez dorado
y sin pausa y sin párpados
los mira.

Para el viaje de bodas
ya se espera
que el niño de la casa compre
ese viejo galeón
lanzaburbujas
que está de oferta
en la vidriera del acuario.

Y después, los que son más cantaditos, que tienen rima, que vienen de a tres poemas por página. Por ejemplo, el Duende de la rosa:

Hay un duende que en la rosa
hace no sé bien qué cosa
para que parezca hermosa.
A ti y a las mariposas.

El duende de las piedras
Aparta las que son para montaña
de las que sirven para la rayuela,
las que molestan adentro del zapato
de las que rompen ventanas cuando vuelan.
(Y arroja siempre en cartas,
todo el tiempo al buzón,
las de forma más roja,
con todo el corazón.)

Y el Duende del libro:
En frase oscura, sin temor, sale al rescate,
con lámpara luciérnaga ilumina;
al punto más cercano te acompaña

y espera hasta que duermes o imaginas.

Entrevista de Mario Méndez en la Librería La nube en el marco de los "Encuentros con escritores de Literatura Infantil y Juvenil" (abril 2015) : Segunda Parte

Cecilia Pisos: "Yo trato de no hacer bajada de línea pero sí abrir una ventanita a través de la ficción."

La segunda parte de la entrevista con Cecilia Pisos comienza con una revisión de su trabajo en prosa para seguir de cerca la relación de los textos con lo lectores infantiles y juveniles. En la charla la escritora hizo hincapié en la influencia de las lecturas en el mundo de los chicos, la conexión estrecha con los temas que a ellos les preocupan, las cosas que les pasan, además de la importancia de la mirada y presencia adulta, en particular la de los docentes que trabajan con los textos. En el final del encuentro, la autora leyó un cuento inédito, para deleite del público: "Hacia una montaña pintada de azul".

Cecilia Pisos MM: Vamos a pasar de la poesía a la narrativa, porque hay mucho para hablar y no nos va a dar el tiempo. Tenemos acá unas cuantas novelas. Presté una de las que hablé. Así que debe tenerla alguna compañera, y es Dominó. Me llamó la atención cómo sabés tanto del dominó. ¿Existe algo de todo eso? Les confieso que no me puse a resolver los problemas planteados.

Asistente (maestra Patricia): Yo sí. (Risas).

MM: Te cuento, Cecilia: Marcela y Patricia son maestras paralelas de sexto grado, una de Lengua, la otra de Matemática. Y una convenció a la otra y trabajan las dos con el libro…

Asistente (maestra Marcela): Nos costó muchísimo conseguirlo.

CP: Pero se consigue. Lo que a veces pasa con los libros de algunas editoriales es que, periódicamente, retiran todos los ejemplares de las librerías para hacer inventario y después los liberan. A veces, lo que pasa es que justo uno va a la escuela en ese momento en el que "tienen prisioneros" los libros. Nosotros, los autores, hablamos para que esta situación se resuelva porque nos produce muchas incomodidades. Cualquier cosa, chiflan, y nos lo cuentan a los autores, así podemos dar aviso en la editorial.

MM: Hay una mala costumbre, no de Pablo, que es un buen librero, pero sí de otros, que cuando no tienen el libro dicen que está agotado. Y la verdad es que el noventa por ciento de las veces no está agotado para nada. No hacen el trabajito de llamar a la distribuidora y a la editorial y pedirlos. Pero los libros, en general, no se agotan. Ojalá se agotaran tanto. Contanos algo de Dominó.

CP: Dominó lo escribí cuando estaba viviendo en México. Cuando vivía en México y en Canadá, hacía algunos trabajos para Argentina, pero tenía mucho más tiempo libre. Tenía los chicos muy chiquitos que iban a la escuela. En un principio estábamos los cuatro solos. Hasta que uno hace amigos y redes, lleva un tiempo. Tampoco somos de mirar mucha tele. Esa es nuestra perdición: en casa, somos de jugar. Yo tengo muchos libros con juegos. Basta para mí, basta para todos, Rompecabezas, Venía un barquito… muchos. Y en ese momento nos llamó la atención que en muchos bares de México, así como acá se juega al ajedrez o al truco, se juega dominó. Y se juega con unos dominós más grandes, de hasta doce puntitos. Se necesita una mesa grande, o hay que tirarse en el piso. Mi marido consiguió uno de esos, y entonces, todas las noches, en casa, jugábamos los cuatro al dominó.

MM: ¿Hasta doce números?

CP: Sí, sí, se les "caen" los puntitos a las fichas casi, los dibujan muy apretaditos. Y hay un montón de figuras que se hacen porque hay un aparatito que se compra, y se forman trencitos, uno va poniendo fichas en distintos lugares. Bueno, nos quedamos enganchados con el juego. Y yo empecé a investigar el origen del dominó, a ver si había partidas en Internet. En esa época, había muchas menos cosas que ahora, pero sí había partidas en Internet. Había gente que se dedicaba a hacer figuras de dominó con las fichas que después se deshacen precisamente con "efecto dominó", había maravillas. Entonces se me ocurrió ir por ese lado. Porque además yo quería hacer en este libro algo que hice después, en Este campeonato apesta, en el que abordo la cuestión del "fútbol obligatorio" que existe en nuestra sociedad. Yo soy madre de un "no tan futbolero". Recién ahora, que es adolescente, mi hijo le está encontrando el gustito al fútbol. Con lo cual, padeció bastante. En general, veo que si los chicos no siguen la corriente y eligen algo distinto, tienen algún problema. Yo he tomado varias veces el tema del chico al que le gusta algo que no le gusta a todo el mundo. En Dominó, el juego del dominó mismo me dio la forma de la historia, y parte de la trama, porque el protagonista, Mariano, está como a dos puntas con el papá y la mamá que están separados: tiene la posibilidad de estar en una u otra, como una ficha de dominó, pero en cada jugada solo puede estar en un lado. Y también está esa cosa, de que al comienzo de la novela el protagonista está fuertemente angustiado por esas decisiones que él cree que debe tomar. ¿Con quién me quedo? ¿Con mi papá o con mi mamá? ¿Qué hago? Mis amigos juegan al fútbol… Pero él ha empezado a jugar al dominó con unos viejitos en un club de barrio, y le toma el gusto. No quiere dejarlo. Y los viejitos lo enganchan para un campeonato. Me inventé un campeonato, con sus instancias barrial, provincial, nacional, hasta que llega el internacional. Cuando se los leí a mis hijos, que eran muy chicos los dos en ese momento, me dijeron: "Mamá, acá te fuiste. ¿Cómo va a haber un Campeonato Mundial de Dominó?" (Risas). Y yo no les hice caso. Porfié. Porque tenía escrita toda la novela y ya estaba construida sobre los momentos de los campeonatos. Un día, el libro ya había salido, (lo publicó Antonio Santa Ana, al que le había gustado mucho, y que se encargó de cortarlo porque era más largo todavía), estábamos comiendo en un restaurante, y de repente, ESPN empezó a pasar la final del Campeonato Mundial de Dominó. Y yo les dije a mis hijos: "¿Vieron cómo la realidad imita a la literatura?". (Risas).

Cecilia Pisos MM: Dos o tres cosas que surgieron de tu respuesta. Las charlábamos el lunes pasado. ¿Hay un cuento, Dominó, que después fue ampliado?

CP: No, el cuento no tiene nada que ver con la novela. Es anterior y pertenece a un volumen, Basta para mí, basta para todos, de cuentos sobre juegos, en el que los juegos son el tema y también la forma de los cuentos.

MM: ¿No hiciste ninguna relación?

CP: No, las historias son diferentes pero tomé el mismo principio del juego, y la sensación del que está tironeado hacia uno u otro lado. Entonces, el protagonista de ese cuento, que está animado también en una serie de Paka Paka, es un príncipe que va a ver a la princesa y no se decide. Si va por un camino o por otro, qué va a decirle y qué no… Como el cuento tiene un territorio mucho más acotado, pude trabajar más el lenguaje. En la novela Dominó, las alternativas del juego de dominó están trabajadas al nivel de la acción; en el cuento, a nivel oracional: está hecho de puras oraciones disyuntivas. Me divertí mucho escribiéndolo. Es una cosa que creo que la literatura tiene que hacer siempre, que es jugar mientras cuenta. Para diferenciarse de la crónica o de algún otro tipo de discurso narrativo, periodístico… aunque en el periodismo hay hibridación.

MM: Uno de los dilemas del protagonista de la novela Dominó es que en el fútbol a veces se cuelga y hace goles en contra, y esa cuestión de que lo vean diferente porque juega al dominó. Esa cosa de ralear al que es diferente es una especie de bullying. Hay una novela que comentamos el lunes pasado que nos gustó mucho, que es Querida autora, en la que trabajás esto, en este caso con una nena. ¿Qué relación hay con la realidad? ¿Tenés ese trato con los chicos que te escriben?

CP: Sí, y cuando salió ese libro, más, porque una de las "actividades" que se les ocurrió a las maestras, y que no estaba en la guía propuesta por la editorial, creo, fue que los chicos me escribieran a mí, la autora real de Querida autora. Y me escriben comparando la situación con la de los personajes de la novela. Y entonces ponen: "Cecilia, ¿te das cuenta de que es como en el libro? Yo te estoy escribiendo a vos como Luci le escribe a Felicia". Me encantan esos mails, trato de contestarlos rápido. A veces, con los de los grandes tardo un poquito, pero los de los chicos los contesto enseguida, porque me gustan mucho. La novela está basada en casos reales. Una vez fui a buscar a mi hijo a un cumpleaños, estábamos con otra mamá y había una nena llorando. Entonces nos acercamos con la mamá a consolarla, y cuando le preguntamos qué le pasaba nos dijo que "sus amigas" le habían dicho que si no se convertía en su esclava, no podría estar más con ellas. A mí me impactó la palabra "esclava". En ese momento, tratamos de resolver la situación con la mamá del que cumplía años. Por supuesto, como en toda situación de bullying, los episodios de mayor violencia son encubiertos, así que imagínense las caras de santitas de las "acosadoras". "Vení, vení, no llores más", le decían. Yo tengo un ojo clínico para detectar esas conductas y al verlas, pensé que si eso quedaba ahí, la nena iba a seguir sufriendo. En ese momento me animé, porque la maestra de Ignacio era muy piola y así, un día le dije que tenía que comentarle algo, y se lo conté, para que se fijara si pasaba lo mismo que había pasado en el cumpleaños. El tema es que cuando se da el bullying, ocurre en territorios que se sustraen al ojo avizor del docente o del adulto. Ella lo tomó muy bien; era una maestra muy inteligente, muy sensible, pudo intervenir y se resolvió la situación. Pero yo me quedé con la idea clavada y para escribir ese libro, fui recolectando información "de campo". Por ejemplo, lo de las nenas que tienen que pagar para entrar a un juego que se dice en la novela, le pasó a la hija de una amiga. A mí me interesa, a veces, escribir esos libros, no porque piense que la literatura vaya a resolver los problemas de la vida real, porque no soy ingenua. Pero a mí me pasaba, cuando era chica, que estaba en una situación parecida a la de un personaje que leía y que lograba encontrar una solución a su problema, una salida o lo que fuera y eso me hacía sentir cierto bienestar, cierto alivio. Por ejemplo, yo era fanática de los libros de Louisa May Alcott. Las heroínas de sus novelas, son chicas que luchan y consiguen lo que quieren. Yo creo que a mí ese modelo me marcó para toda la vida. Yo quería conseguir cosas, pero sabía, desde esas novelas, que tenía que luchar. Si yo encontré eso, ¿por qué no puedo darle alguna pista al lector? Sobre todo, porque por lo que yo veo en las escuelas, los chicos están muy desvalidos. Muy solos. Muy sin la charla de algún adulto. Yo trato de no hacer bajada de línea pero sí abrir una ventanita, ver qué puedo hacer con el personaje, y entonces, en esta novela está la idea de encontrar algún adulto al que se le pueda confiar lo que pasa. A mí me da mucha impotencia que se piense que los problemas de los chicos son pavadas. Acuérdense de cuando eran chicos y tenían un problema: era todo un mundo. Con este libro hice mucho contacto con los chicos. En algunas escuelas es genial. En otras, a las maestras no les gusta tanto porque empiezan a salir al sol los trapitos del aula. Hay que manejar la situación, pero muchas veces ayuda a sacar cosas que estaban ocultas. Y de alguna manera, posibilita trabajarlas.

Asistente: Porque si es la lectura la que los expone, el grupo se anima a hablar. Los anima. Alguno que no iba a hablar o que no tenía palabras para decirlo, habla.

CP: Sí, hay mucho temor, y me parece que como docentes, como adultos, tenemos que estar muy atentos. Le contaba a Mario que la otra vez fui a una escuela, y se me acercó un nene que me preguntó si no estaba escribiendo algo sobre bullying como para quinto grado. Así, con el nombre técnico, me lo pidió. Y cuando le pregunté si era para tanto, me contestó que sí, y me miró con una mirada tan triste… Yo sé que la literatura no es instrumental… Pero muchas veces siento la necesidad de hacer algo.

MM: Claro, lo dijo la compañera… la valentía de la maestra que se atreve a que esto se escuche. Nosotros lo ponemos en juego…

CP: …y los maestros tienen que ser nuestros socios. Y los papás. Tenemos que asociarnos los adultos con esto, porque se necesita más de un ojo atento.

Cecilia Pisos MM: Decías que no son de ver mucha tele… Hay un cuento que nos gustó muchísimo también, que además mete el dedo en la llaga sobre la falta de atención… Esto no es una caja. La nena quiere jugar y la mamá quiere mirar la caja boba. ¿Esto ha circulado en la escuela?

CP: Sí, pero del lado de donde más recibo con este libro es del de los papás. Porque viste que hay libros en los que uno toma partido por el niño, y en otros, por el adulto. Tengo un libro que se llama Mientras dura el hechizo, en el que quise tomar partido por los padres, porque no soporto a los niñitos malcriados, caprichosos. Es una cosa insoportable para mí. Entonces, los que vencen en esa historia son los padres. (Risas).

MM: Te interrumpo, leo un poco del final, hago spoiler. "El gigante suspira con alivio y deja el libro. Luego, prepara el tablero, llama a la giganta y, mientras dura el hechizo, los dos se ponen a terminar esa partida de tatetú que habían empezado antes de que Frida naciera". (Risas).

CP: El disparador de esta historia fue una nena que hizo un berrinche en el consultorio del dentista. Y en el caso de Lara, en Esto no es una caja, la nena tiene cosas mías de cuando era chica. Yo tenía un abuelo que me hacía juguetes artesanales. Se iba a una maderera, pedía los restos y se sentaba a jugar conmigo. Él era reciclador. Tapitas de yogures, frasquitos de redoxon… Yo me divertía muchísimo con mi abuelo. Esta cosa de usar las cajas para jugar, también la hacía. Era un clásico. Y esta historia surgió un día en el que yo estaba en la pileta del club, mis hijos andarían por ahí, y llegaron los chicos de la colonia. Como siempre, estaban los que no se querían meter al agua. Entonces, el profesor, "de castigo", los dejó en una punta, aislados, lejos de los que nadaban. Solo tenían sus toallones. Los otros se divertían en el agua. Primero, se recontra aburrieron, durante un largo rato. Charlaban, se molestaban, se pegaban… De pronto, uno dijo: "¿Dale que esto era una veterinaria?". "Bueno", le dijeron los otros, "Nosotros éramos los perros" (Risas). Chicos de nueve o diez años. Tres eran los perros, y el otro era el dueño de la veterinaria. Y cada una de las toallas era como la jaulita o el espacio del perro. Estuvieron jugando toda la hora que duró la clase de natación. Y a mí me pareció una maravilla. Cuando uno a veces tiene mucho, no puede inventar nada. No puede desear nada. Como estos estaban en el límite del aburrimiento, tuvieron que hacer algo. Y lo lograron.

MM: Además logra que la madre deje la tele. Hay mucho recurso de lo maravilloso-fantástico en casi toda tu literatura, ¿no? Te gusta mucho.

CP: Me gusta. Un día, cuando mi hijo Ignacio estaba en tercer grado me dijo: "Mamá, basta de princesas". Así se iba a llamar El rock de la princesa, pero me pareció muy fuerte. Él me dijo que tenía que escribir sobre la vida real. Y ahí empecé a escribir los libros de la serie "Juani y SuperFido". Es una serie medio desopilante. Es un chico de quinto grado con su mascota, SuperFido, un perro chihuahua, su mamá, su papá, el director de la escuela, la maestra, su mejor amigo Fede, la chica de la que está enamorado… Le construí un universo cotidiano de una escuela cualquiera de Buenos Aires. Pero igual siempre le pasan cosas desopilantes. No di con el realismo que "tenía que lograr".

MM: Los "pulóveres cariñositos" no son muy realistas.

CP: No.

MM: Ya que mencionás a Juani y SuperFido, y recién El rock de la princesa, estas son sagas, ¿verdad? Se me ocurre que El té de la princesa, no fue pensado originalmente como saga…

CP: No. Lo presenté uno de los primeros años del concurso El Barco de Vapor, de SM, y quedó finalista. No tenía pensado nada…

MM: Recuperaste el personaje…

CP: Sí, me lo pidieron. A veces, cuando el personaje por alguna razón es exitoso, las editoriales lo piden. Así, después de El té…, vinieron El rock… y El terror de la princesa, este a pedido de los lectores.

MM: En cambio, UfaGenial ¿surge como un proyecto de saga? ¿Pensaste en un personaje para seguirlo?

CP: Estas dos series, Juani y SuperFido y UfaGenial, sí, porque en ese momento en que estaba viviendo en Canadá, experimenté con mi hijo menor la estrategia principal que se utiliza allí para enseñar a los chicos a leer: leer. Entonces, leen todo el tiempo. Leen con la maestra, con la bibliotecaria, pueden llevarse libros… En primer grado tenían que llevarse un libro a casa cada día, de la biblioteca del aula, y la tarea era leerle ese cuento a alguien de la familia, la madre, un hermano, a quien fuera. A veces había papás que íbamos voluntarios al aula, y los chicos hacían cola y nos leían. Había mucha variedad de materiales para leer y entre los recursos, una de las cosas que era muy importante para los chicos que estaban aprendiendo a leer, en segundo y tercer grado, eran las series, en las que uno seguía a un mismo personaje en diferentes aventuras. Yo tenía mi prejuicio con respecto a las series, porque, justamente, pensaba que eran algo hecho "en serie". Entonces observé el comportamiento lector de mi hijo, y él seguía los libros de una serie. Ese seguimiento lo llevaba a leer y a leer, y leía cada vez un poquito más. Entonces, la serie no va a ser la gran obra de la literatura universal pero va a ser algo que le va a servir. Uno lee muchas cosas que quizá lo ayudan a leer mejor otras, aunque no tengan un valor literario maravilloso. Como yo soy cabezona, igual quise construir una historia única, no adocenada dentro de cada libro de la serie. Pero sí, en su conjunto, los libros fueron pensados como parte de una serie. Y UfaGenial más, porque trabajamos mucho con Carlos Pinto, que ilustró todas las locuras que a mí se me ocurrieron. Y otras que se le ocurrieron a él.

Cecilia Pisos MM: El lunes hablábamos y yo les mostraba el del cumpleaños. En el que además e incluyen temas de juego, de chistes a resolver… Eso lo trabajaste con el ilustrador…

CP: Sí, y con la editora que es María Amelia Macedo, que es un amor de editora, súper minuciosa.

MM: ¿Está funcionando? ¿En la escuela?

CP: Sí. En realidad, algunas escuelas lo adoptan porque las maestras trabajan cómic. Y otras veces, los chicos los compran y los coleccionan, porque lo que tiene toda serie, es el costado consumista que es lo que a mí no me gustaba. Pero si pensamos que La Comedia Humana salía como serie o que las novelas de Dickens o Dumas salían como folletín… Con las series, los chicos siguen leyendo.

MM: Esa es la idea. Hay otra saga, en la que está esta novela que a mí me gusta muchísimo, que se llama Como si no hubiera que cruzar el mar, que desde lo argumental es muy interesante, y desde lo textual, el trabajo con los capítulos. Uno con la voz de la protagonista y otro con la de la bisabuela. ¿Dónde abrevaste para esta novela?

CP: Esa novela la escribí el enloquecido año en el que me estaba yendo a vivir a México. Una decisión, más que nada laboral, por el trabajo de mi esposo. Como mi trabajo en ese momento era "portátil" (estaba escribiendo para la revista Genios, y publicando algunas otras cosas), podía seguir haciéndolo. Mi preocupación mayor era el impacto que podía tener ese "trasplante" de país en mis hijos, y en los abuelitos. Yo me la bancaba pero pensaba en qué les pasaría a ellos. En un momento, me di cuenta de que me había hecho problemas al divino botón, porque los chicos no tienen tantas vueltas como uno. Durante todo el año que duró la mudanza (desde que nos dijeron que teníamos que irnos hasta que nos fuimos pasaron casi nueve meses), estaba muy angustiada haciendo trámites y tenía que procesarlo de algún modo. Trámites de la escuela, de la casa… infinitos. Y trabajaba. Ese año escribí El té de la princesa. Y ese mismo año escribí el libro Proyectos con todos, para docentes, con Silvia Hurrell. Las dos teníamos chicos chiquitos y escribimos todo el libro sin reunirnos ni una vez… Y en medio de ese caos y de esos otros trabajos de escritura, empecé a escribir Como si no hubiera… Esa es la explicación de por qué los capítulos son tan cortos. Era lo máximo que yo podía escribir cada día. Y cuando estaba por la mitad de la historia de Carolina, que en realidad es una mezcla de mi hija, de mí y de mi mamá, se me vino la figura de mi abuela, y pensé que ella había hecho lo mismo y en peores condiciones. Y me vino, tirando de la piolita del recuerdo, la historia de mi abuela. Ella era una gallega muy callada, que había sufrido mucho cuando era joven, y trabajó muchísimo acá en Argentina. Mi abuelo también era gallego, pero era muy alegre, era todo lo contrario. Costaba que ella te contara algo de cuando era chiquita, de su tierra. Pero a fuerza de mates y persistencia (yo era la única nieta mujer), en mi adolescencia, antes de que se muriera, lo logré. Entonces para escribir este libro fui recuperando algunos episodios de su vida. Y hubo cosas que inventé por cuestiones de la trama, pero buena parte de la historia de mis abuelos es esa.

Cecilia Pisos MM: Es fuerte también lo de la discriminación. Muchas veces parece que eso se olvida, como que somos un crisol de razas y todos fueron recibidos con los brazos abiertos. A la protagonista la joden bastante…

CP: Sí. En las obras de teatro de la época, como las de Vaccarezza, aparece la figura del porteño que gasta a los que hablan mal que vienen de otros países…

MM: Y después esta novela sigue con Mar cruzado, que es cuando la protagonista vuelve desde Madrid para la Argentina. Y de eso quería preguntarte cómo fue la experiencia de trabajar en un blog, con Alfaguara.

CP: La verdad es que Fernanda (María Fernanda Maquieira, editora de Alfaguara) me venía pidiendo que escribiera la segunda parte. Cuando todavía no estaba en la Argentina, le decía que no sabía cómo era la cuestión, porque no había vuelto. Y cuando volví me lo pidió otra vez. Me resistí un par de años más, porque me costó mucho más la vuelta que la ida. Reacomodarnos nos costó mucho más. Uno cambia, se vuelve otro. Y en esta historia pensé en los modos de leer que se están dando entre los adolescentes, y probamos por ahí. No es que yo fuera escribiendo a medida que se colgaban los capítulos en el blog. Yo ya tenía todo el esquema de la historia, y un buen colchón de capítulos hechos y corregidos con Lucía Aguirre, la editora. Se abrió el blog, y se iban colgando tres capítulos por semana. Y los lectores podían interactuar como si fuera un blog real, dejando comentarios. Pasaban cosas curiosas. Algunos comentaban la historia como historia. Entonces, se dirigían a mí. Ellos podían decir lo que querían. Entonces decían: "No hagas que se enamore de Fulano". Otros les hablaban a los personajes, porque cada capítulo de esta novela es una entrada de blog de la protagonista, y luego, el resto de los personajes, comenta. Los conocemos a través de sus comentarios. Se dieron distintos niveles de diálogo. Algunos les hablaban a los personajes…

MM: ¿Y vos contestabas?

CP: Trataba de meterme lo menos posible. Estaba muy asustada. Yo no tenía Facebook… Si ustedes ven hoy día mi Facebook van a ver que está completamente amurallado. Le tengo pánico. En ese momento, en la editorial me abrieron un perfil de Facebook, y no fue que escribieron un montón de lectores. Escribieron algunos, fue algo manejable. Los editores monitoreaban. Se leía mucho, pero no todos los que leían, escribían. Después, aparte del blog se les ocurrió armar la página en Facebook, para ir planteando algunas preguntas. Por ejemplo, está el cumpleaños de quince de Carolina. Y empieza todo el debate acerca de si fiesta o viaje. Y en el Facebook se les preguntó a los lectores qué preferían. Y esas cosas que planteábamos así como más planificadamente, ellos no las respondían tanto en Facebook. Sin embargo, en el blog sí se metían. A veces, se posteaban los temas musicales que se mencionaban en el texto, absolutamente asesorada en esto por mi hija, o los trailers de la películas que comentaban los personajes, como para que hicieran una experiencia más interactiva la lectura la novela. Pero la comunicación con los lectores no pasaba tanto por ahí sino por el blog, que tenía el texto pelado.

MM: ¿Y cuánto duró la experiencia?

CP: Tres meses. De septiembre a diciembre se publicó así. En enero quedó la novela entera colgada; a principios del 2013 salió el libro en papel, y la editorial la levantó del blog. Quedó abierta la página del Facebook.

MM: ¿Te gustó?

CP: Sí, fue muy interesante. Me confirmó eso de que quizá no hay que trabajar tanto desde cosas más dirigidas con los chicos, sino ver qué pasa en instancias de mayor espontaneidad.

MM: Bueno… tenemos un montón de libros de los que hemos hablado el lunes pasado, pero además trajiste una bolsa con libros que acá, en Argentina se conocen poco o casi nada, porque fueron publicados en España, en México… así que nos gustaría que nos muestres.

CP: Les muestro. Y les traje un inédito para leer.

MM: Bien. Además las ediciones son muy buenas.

CP: Algunos son de Norma, porque al vivir en México, conocí a la editora mexicana. Entonces, mi producción argentina de Norma, es distinta de mi producción mexicana. El primero que saqué es Salsa de cuentos. Son cuentos relacionados con contar cuentos. Hay una abuelita que mientras está haciendo la salsa cuenta un cuento, y como está concentrada en la salsa se equivoca. Esa era mi abuela.

MM: ¿Y los ofreciste acá?

CP: Viste que en esta editorial se van intercambiando títulos entre los diferentes países… depende de los editores. Este ahora se fue a Guatemala, y a Puerto Rico. Y el que está muy viajero es Querida autora… que se fue a Puerto Rico, Estados Unidos y México. Parece que el bullying no es un tema solamente nuestro. Después, este, San Valentín de los dientes, recibió el equivalente de la mención de ALIJA de acá, en México en el 2010. Habla de la pérdida de los dientes. Me divertí mucho haciéndolo. Y está totalmente escrito "en mexicano", porque en esa época, en mi casa se hablaba bilingüe mexicano/ porteño. Mi hija fluctuaba todo el tiempo. Mi hijo era totalmente mexicano, era más chico. Me decía: "Mamá, amárrame las agujetas de los tenis". (Risas). Y yo le decía: "No. Atame los cordones de las zapatillas". Este, Bicho@zoo, también está conformado por mails que se mandan unos nietos y un abuelito. No tiene un narrador. Los nietos acaban de perder, literalmente a su papá, que es espeleólogo y desapareció explorando unas galerías subterráneas, después de un derrumbe. El abuelo, que es entomólogo, los ayuda a los chicos, tratando de distraerlos, y les enseña a hacer una colección de bichos. Pero hay que hacerla bien para que los bichos no se mueran, que tengan agua, alimentos. Así que estudié un montón sobre los bichos para escribir. A mí me gustan también, no lo niego. Y los chicos van armando ese zoológico, con las indicaciones que les va dando el abuelito a la distancia. Hay un desenlace inesperado en el que intervienen las hadas, también. Y después tengo estos otros libros de poesía. Este, El libro de los hechizos, circula acá, pero esta es la versión hispánica. Salió primero allá, y después yo misma lo traduje al porteño. En este, Soplacoplas, se me ocurrió hacer un libro volviendo a esta forma tan linda y tan sonora que tenemos en la lengua española, la copla. Por ejemplo, Copla sin miedo: "Los fantasmas de la noche,/los ves en la madrugada/y el susto que los sostiene/ es solo sábana blanca.". A ver otro… Son cortitos… Copla sin vergüenza: "En la fuente un angelito/hace pis, nadie se enoja./ Y encima tiran monedas/por si la suerte las moja". (Risas). La idea es jugar con la riqueza sonora y conceptual que tiene la copla. Después, este, Una pregunta por punta, es un "preguntario", al modo de El libro de las preguntas de Neruda. Es un libro como de definiciones poéticas, o de preguntas poéticas. Por ejemplo, Mediodía: "¿Qué tiene la luz que cae/ como lanza al mediodía?/ Tiene celos del almuerzo/ y pincha, a ver si convidas." Y este, Argentina, de la A a la Z se hizo por encargo, con ilustraciones de Claudia Legnazzi. A propósito del tema de los ilustradores, no nos hemos visto con Claudia en la hechura de este libro ni nos hemos conectado nunca. La editorial es Everest, de La Coruña, y tuvo el proyecto de hacer un libro de poesía por país. Y para el de Argentina me llamaron a mí. Pero lamentablemente nunca llegó a venderse y a circular por Argentina; sí sé que está en otros países de América. La verdad es que es una lástima repetida porque a España tampoco llegan mucho los libros de acá.

Cecilia Pisos MM: ¿Y qué elegiste para leernos?

CP: Elegí un cuento que no está publicado. Últimamente estuve escribiendo cuentos sobre situaciones de lectura que no publiqué todavía. Cosas que me han contado bibliotecarias, o docentes. Hay uno, del año pasado, que salió en Paka Paka que se llama Las varitas mágicas. Y este no es muy largo. Se llama Hacia una montaña pintada de azul, y yo le puse una cita de Cesare Pavese, que no sé si quedará cuando se publique.

Hacia una montaña pintada de azul
Cecilia Pisos
De niño se aprende a conocer el mundo no—como parecería— gracias al inmediato y originario contacto con las cosas, sino a través de los signos de las cosas: palabras, viñetas, relatos. Si nos remontamos a un momento cualquiera de conmoción extática ante cualquier cosa del mundo, encontramos que nos conmovemos porque ya nos hemos conmovido; y nos hemos conmovido ya porque un día algo nos apareció transfigurado, separado del resto por una palabra, una fábula, una fantasía que a ello se refería. (Pavese, Cesare. El oficio de vivir. El oficio de poeta. Barcelona, Ed. Bruguera-Alfaguara, 1979.)

Josué nació y creció en la Puna, en un pueblito que termina donde empieza la montaña. Hace dos meses, los papás lo enviaron, junto a su hermanita Marimari a vivir con los tíos de la gran ciudad.
Calladito y sin protestar, Josué se levanta todos los días, se lava y se viste para ir a la escuela. Con paciencia y muy prolijo, la peina con trenza a Marimari porque solo él sabe cómo la hacía su mamá en el pueblo, le ha dicho su tía.
Luego del pan y el mate, los dos hermanos caminan muy serios hasta la escuela. Josué vigila con ojo atento los autos, las personas. Cuando tienen que cruzar, le aprieta fuerte la mano a su hermanita. En cambio, muchas veces, entornando los ojos en medio de la vereda con sol, se recuerda, corriendo hacia el cerro, despreocupado y suelto como el viento.
Toda la mañana Josué escribe y hace cuentas en la escuela, callado, sin borrar. En el recreo, siempre busca un lugar tranquilo. Y allí, no importa si es la escalera o el pie del mástil, pasan ante sus ojos, una por una, sus llamas. Josué tiene tanto silencio alrededor que nadie se le acerca. Si alguien le habla, contesta con la cabeza. Y ya se sabe que con la cabeza solo se pueden decir dos cosas: sí y no.
Cuando regresa a casa, por las tardes, ayuda a los tíos a atender en la verdulería: elige las frutas y las verduras que le piden, las pesa, las embolsa, anota en un papelito el precio, cobra y da el vuelto.
Cada vez que su mano roza una papa, un zapallo, si cierra los ojos, le parece que toma de la patita a su perra Sarmienta. O que acaricia la oreja de la Nube, la llama más clarita del rebaño.
—Este nene no habla—le dice un día la maestra a la directora de la escuela.
—Su sobrino no habla —le repite ese día a la salida la directora a la tía.
Y a la noche, la tía comenta triste con el tío: —No habla el niño, dicen, en la escuela.
El tío se rasca la cabeza y dice: —En la verdulería, tampoco.
Y los dos se quedan despiertos, pensando.
Pasan los días y pasan los días sin palabras. Sin embargo, por donde mira la calle, Josué ve la montaña; por donde corren chicos, él ve andar sus llamas; por donde se le aparece en la vereda un perro, solo ve a la Sarmienta que le sale al encuentro.
Un sábado a la tarde, la tía le dice a Josué:
—Hay títeres en la biblioteca del barrio pero yo tengo que abrir el negocio.
Josué lleva a su hermana; él está grande para títeres y se queda en el fondo. Violeta, la seño de la biblioteca, lo invita a sentarse entre los libros, a servirse una historia.
Josué dice que no con la cabeza. Violeta igual le deja dos o tres libros sobre la mesa y se va con los chiquitos. Porque sí, Josué toma un libro y empieza a pasar las páginas. El sol pega en la ventana y ya se siente como a la hora de ir volviendo al valle…
Josué, sigue pasando por pasar las páginas hasta que llega a una inesperada: en ella hay un chico, otro Josué, chiquito; va detrás de unas llamas. Parecidas a las suyas pero del tamaño de hormigas; enfilan hacia una montaña pintada de azul. Y hasta hay una, encaramada sobre las rocas de la cima, valiente y solitaria, igualita a la Nube.
Al rato pasa la seño Violeta y le pregunta:
—¿Te gustó el libro de los camellos, Josué?
—No son camellos, seño; son llamas. Hay que subirlas todos los días al cerro para que coman las hierbas. Y luego antes de la luna, hay que bajarlas sin que ninguna se pierda. Por eso el niño va detrás, contando…—dice sin darse cuenta y de un tirón Josué con una voz que se parece a un trino.
La función terminó y todos se acercan a escucharlo. Los más chiquitos lo rodean y él pasa las páginas de la historia y lee y también cuenta otras cosas que no están escritas. Pero que él conoce muy bien porque es igualito a ese Josué del libro.
—Aquí no lo pone pero estas lanitas de colores que traen en las orejas son de la "señalada", cuando las marcan para saber de quién es cada llama. A La Nube, le puse vellón rojo y verde.
Josué se lleva el libro prestado. Contra el pecho lo lleva: esa es su historia. Antes de salir, Violeta le regala un cuaderno:
—Escribí aquí todo lo que le falta al libro, así después ponemos el cuaderno a su lado, en el estante.
Pero Josué, por el momento, no piensa todavía en escribir nada. Lo que sí: no para de contar
a los chicos en el recreo,
a los clientes de la verdulería,
a los otros lectores en la biblioteca.
Unos días después, la señorita le comenta muy divertida a la directora:
—Este nene ahora habla hasta por los codos…
Al rato, la directora llama por teléfono a la tía y le dice:
—¡Mire que está charlatán este Josué!
A la noche, ya acostados, los tíos se ríen: —¡El niño parece una cotorrita!
Y luego tienen que hacerlo callar a Josué, que hasta dormido, sigue y sigue, ¡sigue contando llamas!
(Aplausos)

Esta es una historia contada por una bibliotecaria de un centro comunitario. Cómo los libros a los que uno les pone la voz, le dan la voz a otro. Me contó esta historia y otras y me quedé impactada. No es tal cual… pero fue recibida por mí y acá va de vuelta.

MM: Muy bella. Seguramente aparecerá en un libro

CP: Ojalá.

MM: Despedimos a Cecilia con otro aplauso. Muchas gracias. (Aplausos).

CP: Muchas gracias a ustedes.

© Cecilia Pisos, 2024